Justo Jorge Padrón
(Las Palmas de Gran Canaria, 1943)
Escritor, poeta, ensayista y traductor
(Fotografía de Valentín Suárez Mojón)
EL POETA EN BUSCA
DE LA
EUFONÍA
La
última entrega poética de Justo Jorge Padrón, “Soliloquio del rehén” (Madrid,
Vitrubio, 2015), es calificada en el prólogo por Ricardo González Vigil de
hazaña estética con toda justicia. Empleando un dictum pausado, sereno, de resonancias garcilasistas y nerudianas,
nuestro poeta afronta un libro de reposada madurez.
El
tema del libro es el de toda la lírica a través de los siglos: el yo, el
sufrimiento del individuo, el dolor personal ante la vida que se acaba y el
tiempo que todo lo arrasa. Hay un tono confesional de sincera autenticidad, un
reconocimiento de haber asimilado con los años la derrota:
“Dentro del corazón entristecido
aprendes al final que el mundo es de los otros.”
Rachel McAdams (Ontario, Canadá, 1978) y Owen Wilson (Dallas, Texas, 1968) en un fotograma de la película "Midnight in Paris" (2011) dirigida por Woody Allen en homenaje a la ciudad de la luz
En
medio del panorama desolador en el que la senectud nos sitúa, Padrón trata de
erguirse con una irrenunciable vocación de aeda:
“Por eso te conforto, te estimulo y te exijo
que seas tu perenne trascendencia,
tu necesario riesgo, la esencia de tu asombro,
el absorto latir de un resplandor que canta.”
Estructurado
en cuatro partes, la primera y la segunda abordan sentimientos y reflexiones
sobre la etapa final del hombre en este mundo, con un tinte más personal y
sentimental en “La faz de lo invisible” y un tono genérico e intelectual más
acusado en “Desde la edad tardía”. La tercera sección germina en el terreno del
Eros, pues las composiciones que la integran son de carácter amatorio: es la
celebración del “Esplendor de lo visible”. En el último tramo, “La palabra
vidente”, intentará profundizar en el logos
mismo de la poesía y ahondar sobre su compromiso con ella.
"Daisy cutter"
Tomory Dodge
(Denver, Colorado, 1974)
En
este año de 2016 han transcurrido cuarenta años desde la publicación de “Los
círculos del infierno” (Plaza y Janés, 1976), un intrincado tributo dantesco
que patentiza “el estado catastrófico del mundo contemporáneo con poemas de
pesadumbre y abismo”, como atinadamente observó Carlos Martín. Cuatro décadas
después de aquella obra maestra tenemos ante nuestros ojos la culminación de un
monumento al existencialismo escrito en versos, una obra de magisterio poético
que para ser alcanzado necesitó de muchos años y libros previos. Ahora Padrón
es más narrativo, más retórico si se quiere, pero no ha perdido el don de la
esencialidad, de la síntesis, sólo que parece buscarla dando rodeos,
emboscándola hasta atraparla en iluminaciones a ráfagas que surgen aquí y allá,
de modo imprevisto, en el corazón de las estrofas y, sobre todo, en los últimos
versos de los poemas:
“Apenas llego a ser un solitario nómada
en la inútil razón del existir.
Soy la desnuda sílaba de una incierta videncia,
víctima de un furor de ciénagas oscuras.”
en la inútil razón del existir.
Soy la desnuda sílaba de una incierta videncia,
víctima de un furor de ciénagas oscuras.”
"Retrato de un hombre bajando una escalera"
Francis Bacon
(Dublín, 1909 - Madrid, 1992)
Las
cien composiciones de este “Soliloquio del rehén” siguen rindiendo homenaje aritmético
a los cien cantos de “La Divina Comedia”, culmen teológico medieval de cuya
fascinación Justo Jorge Padrón nunca ha querido ni podido sustraerse, tal es el
influjo que su magnetismo verbal ha ejercido sobre él. Pero aquí, en su
“Soliloquio”, no hay aridez metafísica, sino la voz trémula de un hombre terrenal
que evoca, pone a examen y sufre aun cuando intente aparentar postularse con
firmeza:
“¡Quién pudiera encender mi juventud,
aquel tiempo sensual de dioses redimidos,
y volver a tenerla, toda, igual que entonces,
cuando tan sólo éramos el único milagro!”
"Paisaje del verano"
(1909)
(Casas en Murnau am Staffelsee, Baviera)
Vasili Kandinsky
(Moscú, 1866 - 1944, Neuilly-sur-Seine)
Padrón
no es un poeta que haya explorado caminos diferentes como el poema-párrafo a la
manera de Mark Strand o Charles Simic, más bien ha trazado una trayectoria de
fidelidad a un estilo propio y hacia sí mismo arraigado en la literatura
castellana más que en la proveniente del extranjero. Y ello pese a ser lector y
profundo conocedor de poetas dispares repartidos por todas las geografías. En este
libro parece querer anunciarnos el agotamiento de su modo de decir, es como si
fuera el canto del cisne de un poeta en el cenit de su madurez. A lo largo de
las páginas va confesándonos que se anuncia el final y ya no habrá más Padrón
ni escucharemos otra vez renovarse su voz, pues éste viene a ser el último
intento de alzarla sobre la mediocridad y la mezquindad circundantes:
“Condenado al desdén de escuchar lo canalla
en un mundo cubierto de obviedades.”
en un mundo cubierto de obviedades.”
“Nada son estos versos sin el ansia y la furia.”
“Son sus pasos errantes en la seca hojarasca
como premoniciones de la muerte.”
como premoniciones de la muerte.”
"Star thief"
James Rosenquist
(Grand Forks, Dakota del Norte, 1933)
A
pesar de todo, al lector le queda la esperanza de que su caudal creativo no se
agote para que siga ofreciéndonos versos encendidos como el último de esta
estrofa:
“Ya el fuego se ha disuelto entre la bruma,
se duerme y se confunde en la ciudad,
encendiendo en su dicha tormentosa
las fúlgidas estrellas de la sangre,
en donde el corazón borra su mal
y resurge el poema con su géiser de soles.”
se duerme y se confunde en la ciudad,
encendiendo en su dicha tormentosa
las fúlgidas estrellas de la sangre,
en donde el corazón borra su mal
y resurge el poema con su géiser de soles.”
(Reseña crítica escrita por Andrés
González Déniz)
Padrón, Justo Jorge: Soliloquio del rehén, Madrid, Ediciones
Vitrubio, 2015, 1ª edición, (prólogo de Ricardo González Vigil), pp. 232
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