martes, 12 de abril de 2016

La última obcecación de un poeta irredimible

 
Justo Jorge Padrón
(Las Palmas de Gran Canaria, 1943)
Escritor, poeta, ensayista y traductor
(Fotografía de Valentín Suárez Mojón)
 
EL POETA EN BUSCA
DE LA EUFONÍA
 
La última entrega poética de Justo Jorge Padrón, “Soliloquio del rehén” (Madrid, Vitrubio, 2015), es calificada en el prólogo por Ricardo González Vigil de hazaña estética con toda justicia. Empleando un dictum pausado, sereno, de resonancias garcilasistas y nerudianas, nuestro poeta afronta un libro de reposada madurez.
El tema del libro es el de toda la lírica a través de los siglos: el yo, el sufrimiento del individuo, el dolor personal ante la vida que se acaba y el tiempo que todo lo arrasa. Hay un tono confesional de sincera autenticidad, un reconocimiento de haber asimilado con los años la derrota:
 
“Dentro del corazón entristecido
aprendes al final que el mundo es de los otros.”
 
 
Rachel McAdams (Ontario, Canadá, 1978) y Owen Wilson (Dallas, Texas, 1968) en un fotograma de la película "Midnight in Paris" (2011) dirigida por Woody Allen en homenaje a la ciudad de la luz
 
En medio del panorama desolador en el que la senectud nos sitúa, Padrón trata de erguirse con una irrenunciable vocación de aeda:
 
“Por eso te conforto, te estimulo y te exijo
que seas tu perenne trascendencia,
tu necesario riesgo, la esencia de tu asombro,
el absorto latir de un resplandor que canta.”
 
Estructurado en cuatro partes, la primera y la segunda abordan sentimientos y reflexiones sobre la etapa final del hombre en este mundo, con un tinte más personal y sentimental en “La faz de lo invisible” y un tono genérico e intelectual más acusado en “Desde la edad tardía”. La tercera sección germina en el terreno del Eros, pues las composiciones que la integran son de carácter amatorio: es la celebración del “Esplendor de lo visible”. En el último tramo, “La palabra vidente”, intentará profundizar en el logos mismo de la poesía y ahondar sobre su compromiso con ella.
 
 
"Daisy cutter"
Tomory Dodge
(Denver, Colorado, 1974)
 
En este año de 2016 han transcurrido cuarenta años desde la publicación de “Los círculos del infierno” (Plaza y Janés, 1976), un intrincado tributo dantesco que patentiza “el estado catastrófico del mundo contemporáneo con poemas de pesadumbre y abismo”, como atinadamente observó Carlos Martín. Cuatro décadas después de aquella obra maestra tenemos ante nuestros ojos la culminación de un monumento al existencialismo escrito en versos, una obra de magisterio poético que para ser alcanzado necesitó de muchos años y libros previos. Ahora Padrón es más narrativo, más retórico si se quiere, pero no ha perdido el don de la esencialidad, de la síntesis, sólo que parece buscarla dando rodeos, emboscándola hasta atraparla en iluminaciones a ráfagas que surgen aquí y allá, de modo imprevisto, en el corazón de las estrofas y, sobre todo, en los últimos versos de los poemas:
 
“Apenas llego a ser un solitario nómada
 en la inútil razón del existir.
Soy la desnuda sílaba de una incierta videncia,
víctima de un furor de ciénagas oscuras.”
 
 
"Retrato de un hombre bajando una escalera"
Francis Bacon
(Dublín, 1909 - Madrid, 1992)
 
Las cien composiciones de este “Soliloquio del rehén” siguen rindiendo homenaje aritmético a los cien cantos de “La Divina Comedia”, culmen teológico medieval de cuya fascinación Justo Jorge Padrón nunca ha querido ni podido sustraerse, tal es el influjo que su magnetismo verbal ha ejercido sobre él. Pero aquí, en su “Soliloquio”, no hay aridez metafísica, sino la voz trémula de un hombre terrenal que evoca, pone a examen y sufre aun cuando intente aparentar postularse con firmeza:
 
“¡Quién pudiera encender mi juventud,
aquel tiempo sensual de dioses redimidos,
y volver a tenerla, toda, igual que entonces,
cuando tan sólo éramos el único milagro!”
 
 
"Paisaje del verano"
(1909)
(Casas en Murnau am Staffelsee, Baviera)
Vasili Kandinsky
(Moscú, 1866 - 1944, Neuilly-sur-Seine)
 
Padrón no es un poeta que haya explorado caminos diferentes como el poema-párrafo a la manera de Mark Strand o Charles Simic, más bien ha trazado una trayectoria de fidelidad a un estilo propio y hacia sí mismo arraigado en la literatura castellana más que en la proveniente del extranjero. Y ello pese a ser lector y profundo conocedor de poetas dispares repartidos por todas las geografías. En este libro parece querer anunciarnos el agotamiento de su modo de decir, es como si fuera el canto del cisne de un poeta en el cenit de su madurez. A lo largo de las páginas va confesándonos que se anuncia el final y ya no habrá más Padrón ni escucharemos otra vez renovarse su voz, pues éste viene a ser el último intento de alzarla sobre la mediocridad y la mezquindad circundantes:
 
“Condenado al desdén de escuchar lo canalla
en un mundo cubierto de obviedades.”
 
“Nada son estos versos sin el ansia y la furia.”
 
“Son sus pasos errantes en la seca hojarasca
como premoniciones de la muerte.”
 
 
 
"Star thief"
James Rosenquist
(Grand Forks, Dakota del Norte, 1933)
 
A pesar de todo, al lector le queda la esperanza de que su caudal creativo no se agote para que siga ofreciéndonos versos encendidos como el último de esta estrofa:
 
“Ya el fuego se ha disuelto entre la bruma,
se duerme y se confunde en la ciudad,
encendiendo en su dicha tormentosa
las fúlgidas estrellas de la sangre,
en donde el corazón borra su mal
y resurge el poema con su géiser de soles.”
 
(Reseña crítica escrita por Andrés González Déniz)
 
 
Padrón, Justo Jorge: Soliloquio del rehén, Madrid, Ediciones
Vitrubio, 2015, 1ª edición, (prólogo de Ricardo González Vigil), pp. 232

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