El rodaje costó 100 millones de dólares
pero fue un éxito al recaudar más de 392 millones
EL LOBO DE
WALL STREET
(2013)
Todos los elogios que se digan sobre esta película siempre
se quedarán cortos. Es una obra maestra de principio a fin. Y sin embargo, en
la gala de los Oscars de 2014 no le concedieron ninguna estatuilla. ¿Síntoma de
la ruina cultural y social hacia la que nos precipitamos, según observa con
sano juicio Félix de Azúa? Más bien diría que es un claro ejemplo de envidia y
ceguera juntas. En efecto, el camino hacia la excelencia está plagado de
obstáculos y mezquindades que interponen los mediocres.
He aquí lo único que tienen en la cabeza millones de personas en el mundo y están dispuestas a conseguirlo a costa de lo que sea
Con un tono didáctico
característico en su forma de narrar, Martin Scorsese nos ilustra sobre el gran
fraude en que consistió vender acciones infladas en su cotización por las
maniobras especulativas, títulos de papel y dígitos virtuales que al final no
eran nada más que humo y aire. Sexo, drogas, despilfarro, fraude, lavado de
dinero negro, evasión de capitales a Suiza, conexión con las mafias de narcotraficantes:
una orgía de lujo y derroche llevada a cabo por gente sin escrúpulos que se
enriquecía con el dinero de los pequeños ahorradores a gran escala.
Leonardo DiCaprio
(Los Ángeles, 1974)
Hay que ser muy imbécil o muy ruin para no ver que estamos ante un monstruo del arte dramático y robarle un Oscar que se merecía a gritos
La escena en la que Jordan
Belfort (Leonardo DiCaprio) vende un paquete de valores por teléfono, mientras
escenifica delante de sus empleados cómo se burla del comprador, es antológica.
Literalmente sodomiza al pobre inversor mientras todos le ríen la gracia. En otro
momento insuperable del largometraje, el mismo protagonista sale drogado de su
mansión y estrella su Ferrari Testarossa. Primero veremos lo que el empresario
cree que hizo de manera impecable y luego se nos mostrarán los destrozos de lo
que en realidad ocurrió.
Jonah Hill Feldstein
(Los Ángeles, 1983)
Hizo una interpretación tan óptima que parece imposible actuar así
Filmada en Nueva York, la malvada
Babilonia de los tiempos modernos, el tratamiento de la fotografía está a la
altura de este monumento del arte cinematográfico. Martin Scorsese no necesita
de un Oscar porque con una película como ésta se merece que le pongan su nombre
a la Estatua de la Libertad. Su visión crítica y ácida de la bonanza económica
que luego estalló como una burbuja provocando una crisis de proporciones
gigantescas es el testimonio de que en el país de la bandera con las barras y
las estrellas el talento no ha muerto y es posible un alegato estético y demoledor
a un mismo tiempo. Una denuncia de la basura capitalista salvaje y de la codicia
del ser humano desde el mismo corazón del capitalismo mundial.
(Reseña escrita por Andrés González Déniz)
Martin Scorsese
(Queens, Nueva York, 1942)
A este genio de origen italiano larga vida le conceda Dios
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