[Orths, Markus: La sala de profesores, Barcelona, Seix Barral, 2011, 1ª ed., (traducción de María José Díez Pérez), pp. 158, pvp. 16'50 euros]
LA ACTIVIDAD DOCENTE POR DENTRO
Una novelita breve que mejor encajaría en la sección de
literatura juvenil si pudiera salvar el escollo de tratar básicamente la
problemática que atañe a los profesores y no la que afecta a los alumnos. Markus
Orths da la impresión de ser un escritor muy inteligente capaz de haber escrito
este libro en muy poco tiempo. Utiliza un lenguaje sencillo que no nos obliga a
tener que buscar palabras en el diccionario. Una excepción sería el término “pistero”
que aparece en la página 33 y cuyo significado, según el DRAE, sería “vasija
pequeña con un cañón que le sirve de pico, y un asa en la parte opuesta, usada
para dar de beber a los enfermos.”
Pistero como los que se utilizan en los laboratorios de Química
El esquema previo del autor se
intuye una vez terminada la lectura. Consistiría en organizar la trama en torno
al director de un instituto de secundaria, Höllinger, quien mete las narices en
todo con talante despótico e intimidante, preocupado solamente por el qué dirán
en las altas instancias superiores a la suya. El desarrollo lógico de este
planteamiento es que al final tendrá que beber de su misma cicuta, cuando se
vea incapacitado para detectar a un topo dentro de su claustro de profesores,
un espía que delató una crítica despectiva suya hacia otro centro educativo,
algo muy mal visto desde la Delegación de Educación, y por supuesto, muy hiriente
para la directora Wirtz que se encontraba al frente de ese centro llamado
KNOGY.
Calle Mayor de Göppingen , ciudad del estado federado
alemán de Baden-Wurtemberg donde se desarrolla la acción
El protagonista, Martin Kranich,
es un joven profesor que apenas comienza su carrera y ve cómo las cosas no son
tal como le parecían cuando era estudiante. Un día, la fotocopiadora no
funciona y no puede tener el material que necesita; otro, la llave del aula no
abre y le envían a otra aula que está ocupada. Pronto descubre que los cuatro
pilares sobre los que se asienta el sistema educativo alemán están basados en “el
miedo, los lamentos, la farsa y la mentira”. Algo que el lector podrá hacer
extensible al panorama docente en España. Como el subgénero al que se adscribe
este texto es el de la sátira, veremos utilizar la denominación de “torturas”
al concepto de “reuniones” e “inspecciones”. Un ejemplo sería el siguiente
fragmento: “Las reuniones sólo eran uno
de los numerosos suplicios ideados por la Delegación de Educación a que se
veían sometidos los profesores; otro eran las denominadas visitas, en las
cuales policías de la Delegación presenciaban la clase de un profesor concreto
y no paraban de criticar cuanto veían: si el profesor había intercalado un
trabajo en grupo en la clase, se echaba en falta la personalidad del profesor;
si por el contrario el profesor aplicaba el principio de la clase magistral, la
clase se centraba demasiado en el profesor. Si el profesor fotocopiaba un texto
para la clase, el texto estaba mal elegido; si el texto se hallaba en el libro de
texto, estaba mal empleado. Si se utilizaba una transparencia, no era el
momento adecuado; si se servía del encerado, decían: ¿por qué no una
transparencia? No había salvación, dijo el director, no había forma de escapar
a las torturas de la evaluación y la arbitrariedad.”
En una sociedad que confunde la educación para el éxito con la formación integral de la persona se deriva que sea objeto de menosprecio la labor docente y todos piensen que saben más que el profesor
El pilar de los lamentos se
basaba en lo malos que eran los alumnos: “No sabían quién era De Gaulle, ni qué
significó Vichy, es más, ni siquiera sabían qué sucedió el 1.09.39, escribían
Hitler con dos tes, desconocían cuánto había durado la II Guerra Mundial, es
más, ni siquiera sabían que había habido una I Guerra Mundial, uno podía darse
con un canto en los dientes si no escribían gerra en lugar de guerra.” El
segundo motivo de queja eran las interminables jornadas de corrección de ejercicios
y exámenes que se prolongaban por las tardes y los fines de semana.
Muchos estudiantes creen que escribir con propiedad no sirve de nada en la vida real y no se dan cuenta de que al hacerlo sin corrección desvelan el inmenso y oculto iceberg de su ignorancia
En cuanto a la farsa, todo el
mundo fingía ser buen profesor y ser buenos alumnos. Y como todos fingían lo
que no eran, “ya no había diferencia alguna entre el fingimiento y la realidad”.
Las mismas secretarias saludaban al pobre profesor nuevo con mirada
conmiserativa, compadeciéndolo. Y esto en una época y una nación donde no se había
llegado a los extremos de degradación cultural que han sucedido en España. La
novela original en alemán fue publicada por primera vez en el año 2003 y
refleja el ambiente educativo de los años noventa en el país teutón.
Los mismos dirigentes políticos consienten la televisión basura que erige en modelos de conducta a personajillos que no son ejemplares y a los que los jóvenes aspiran a parecerse, sobre todo en lo que respecta a la ausencia de esfuerzo y a la descarada malcriadez
El espinoso asunto de los padres
demasiado proclives a denunciar cuando creen que sus hijos van a suspender,
para presionar a los profesores y que los aprueben, también es abordado en esta
obra. La típica camarilla de profesores progresistas revolucionarios de
boquilla pero nunca dispuestos a pasar a los hechos para no poner en peligro su
sueldo de funcionarios, también. La utopía de la “bondad y deferencia,
comprensión y calidez” como principios rectores de la enseñanza, se mencionan
con ironía por inalcanzables, especialmente si tenemos en cuenta la cantidad de
alumnos que no muestran el más mínimo interés por aprender.
Para que la educación sea efectiva, y no una farsa, la propia sociedad tendría que cambiar sus valores equivocados. En España se están cerrando dos librerías al día, el IVA cultural está al 21%, el 41% de los españoles se jacta de no leer nunca y somos los reyes de la piratería
Markus Orths apunta hacia la
bajeza del ser humano y da en el blanco. Un director con un sistema de agentes
dobles dentro del profesorado. Un centro educativo, el ERG de Göppingen,
obsesionado por la apariencias y no por el saber. Unos profesores que viven su
profesión constantemente humillados desde la dirección, los alumnos consentidos
y los padres que delegan en ellos la responsabilidad de educarlos. Unas
exigencias burocráticas que aplastan la verdadera esencia del aprendizaje: “actas
y tablones informativos, planes de guardias y de evacuación contra incendios,
anuncios relativos al comité del personal, lista de tutores, lista de
consejeros para los alumnos de cursos superiores, programa de exámenes, el
color con el que se consignaban los diferentes tipos de exámenes, las carpetas
azules donde había que introducir las notas, la información sindical, los
anuncios de la Asociación de Filólogos, los estatutos de la Asociación de
Madres y Padres, las directrices de la LOE, las plantillas de notas, el programa
de reserva de las aulas de vídeo, las propuestas para el Día Pedagógico, las
reuniones del equipo educativo, las reuniones de los departamentos, las actas
del último consejo escolar, el listado de direcciones y teléfonos de los
alumnos, la carpeta de anillas con los horarios de los profesores, etc., etc.”
En una sociedad con la mentalidad mercantilizada y prostituida como la actual, se desprecian los conocimientos y sólo se valora el materialismo y la prosperidad a corto plazo: ser futbolista o ser modelo
De haber publicado hoy su novela
habría tenido que añadir las adaptaciones curriculares, las situaciones de
aprendizaje, las indicaciones emanadas desde la CCP y el Consejo Escolar, las
calificaciones por rúbricas, la atención a diferentes alumnos dentro del aula
con distintos niveles de aprendizaje, y sobre todo, hubiera tenido que
mencionar la virtualización de los ficheros hoy informatizados con el consiguiente
peligro de virus, cuelgue del sistema operativo, ataques malintencionados y
pérdida de datos. Una pesadilla que Markus Orths apunta y no es necesario
actualizar en tanto que el lector consciente y avezado sabe que las
circunstancias susceptibles de empeorar seguramente irán a peor.
(Reseña crítica de Andrés González Déniz)
Markus Orths
(Viersen, Alemania, 1969)
Escritor
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