domingo, 24 de abril de 2016

Una sutil invectiva contra el mundo de la educación


 
[Orths, Markus: La sala de profesores, Barcelona, Seix Barral, 2011, 1ª ed., (traducción de María José Díez Pérez), pp. 158, pvp. 16'50 euros]
 
LA ACTIVIDAD DOCENTE POR DENTRO
 
Una novelita breve que mejor encajaría en la sección de literatura juvenil si pudiera salvar el escollo de tratar básicamente la problemática que atañe a los profesores y no la que afecta a los alumnos. Markus Orths da la impresión de ser un escritor muy inteligente capaz de haber escrito este libro en muy poco tiempo. Utiliza un lenguaje sencillo que no nos obliga a tener que buscar palabras en el diccionario. Una excepción sería el término “pistero” que aparece en la página 33 y cuyo significado, según el DRAE, sería “vasija pequeña con un cañón que le sirve de pico, y un asa en la parte opuesta, usada para dar de beber a los enfermos.”
 
 
Pistero como los que se utilizan en los laboratorios de Química
 
El esquema previo del autor se intuye una vez terminada la lectura. Consistiría en organizar la trama en torno al director de un instituto de secundaria, Höllinger, quien mete las narices en todo con talante despótico e intimidante, preocupado solamente por el qué dirán en las altas instancias superiores a la suya. El desarrollo lógico de este planteamiento es que al final tendrá que beber de su misma cicuta, cuando se vea incapacitado para detectar a un topo dentro de su claustro de profesores, un espía que delató una crítica despectiva suya hacia otro centro educativo, algo muy mal visto desde la Delegación de Educación, y por supuesto, muy hiriente para la directora Wirtz que se encontraba al frente de ese centro llamado KNOGY.
 
 
Calle Mayor de Göppingen , ciudad del estado federado
alemán de Baden-Wurtemberg donde se desarrolla la acción
 
El protagonista, Martin Kranich, es un joven profesor que apenas comienza su carrera y ve cómo las cosas no son tal como le parecían cuando era estudiante. Un día, la fotocopiadora no funciona y no puede tener el material que necesita; otro, la llave del aula no abre y le envían a otra aula que está ocupada. Pronto descubre que los cuatro pilares sobre los que se asienta el sistema educativo alemán están basados en “el miedo, los lamentos, la farsa y la mentira”. Algo que el lector podrá hacer extensible al panorama docente en España. Como el subgénero al que se adscribe este texto es el de la sátira, veremos utilizar la denominación de “torturas” al concepto de “reuniones” e “inspecciones”. Un ejemplo sería el siguiente fragmento: “Las reuniones sólo eran  uno de los numerosos suplicios ideados por la Delegación de Educación a que se veían sometidos los profesores; otro eran las denominadas visitas, en las cuales policías de la Delegación presenciaban la clase de un profesor concreto y no paraban de criticar cuanto veían: si el profesor había intercalado un trabajo en grupo en la clase, se echaba en falta la personalidad del profesor; si por el contrario el profesor aplicaba el principio de la clase magistral, la clase se centraba demasiado en el profesor. Si el profesor fotocopiaba un texto para la clase, el texto estaba mal elegido; si el texto se hallaba en el libro de texto, estaba mal empleado. Si se utilizaba una transparencia, no era el momento adecuado; si se servía del encerado, decían: ¿por qué no una transparencia? No había salvación, dijo el director, no había forma de escapar a las torturas de la evaluación y la arbitrariedad.”
 
 
En una sociedad que confunde la educación para el éxito con la formación integral de la persona se deriva que sea objeto de menosprecio la labor docente y todos piensen que saben más que el profesor
 
El pilar de los lamentos se basaba en lo malos que eran los alumnos: “No sabían quién era De Gaulle, ni qué significó Vichy, es más, ni siquiera sabían qué sucedió el 1.09.39, escribían Hitler con dos tes, desconocían cuánto había durado la II Guerra Mundial, es más, ni siquiera sabían que había habido una I Guerra Mundial, uno podía darse con un canto en los dientes si no escribían gerra en lugar de guerra.” El segundo motivo de queja eran las interminables jornadas de corrección de ejercicios y exámenes que se prolongaban por las tardes y los fines de semana.
 
 
Muchos estudiantes creen que escribir con propiedad no sirve de nada en la vida real y no se dan cuenta de que al hacerlo sin corrección desvelan el inmenso y oculto iceberg de su ignorancia
 
En cuanto a la farsa, todo el mundo fingía ser buen profesor y ser buenos alumnos. Y como todos fingían lo que no eran, “ya no había diferencia alguna entre el fingimiento y la realidad”. Las mismas secretarias saludaban al pobre profesor nuevo con mirada conmiserativa, compadeciéndolo. Y esto en una época y una nación donde no se había llegado a los extremos de degradación cultural que han sucedido en España. La novela original en alemán fue publicada por primera vez en el año 2003 y refleja el ambiente educativo de los años noventa en el país teutón.
 
 
Los mismos dirigentes políticos consienten la televisión basura que erige en modelos de conducta a personajillos que no son ejemplares y a los que los jóvenes aspiran a parecerse, sobre todo en lo que respecta a la ausencia de esfuerzo y a la descarada malcriadez
 
El espinoso asunto de los padres demasiado proclives a denunciar cuando creen que sus hijos van a suspender, para presionar a los profesores y que los aprueben, también es abordado en esta obra. La típica camarilla de profesores progresistas revolucionarios de boquilla pero nunca dispuestos a pasar a los hechos para no poner en peligro su sueldo de funcionarios, también. La utopía de la “bondad y deferencia, comprensión y calidez” como principios rectores de la enseñanza, se mencionan con ironía por inalcanzables, especialmente si tenemos en cuenta la cantidad de alumnos que no muestran el más mínimo interés por aprender.
 
 
Para que la educación sea efectiva, y no una farsa, la propia sociedad tendría que cambiar sus valores equivocados. En España se están cerrando dos librerías al día, el IVA cultural está al 21%, el 41% de los españoles se jacta de no leer nunca y somos los reyes de la piratería
 
Markus Orths apunta hacia la bajeza del ser humano y da en el blanco. Un director con un sistema de agentes dobles dentro del profesorado. Un centro educativo, el ERG de Göppingen, obsesionado por la apariencias y no por el saber. Unos profesores que viven su profesión constantemente humillados desde la dirección, los alumnos consentidos y los padres que delegan en ellos la responsabilidad de educarlos. Unas exigencias burocráticas que aplastan la verdadera esencia del aprendizaje: “actas y tablones informativos, planes de guardias y de evacuación contra incendios, anuncios relativos al comité del personal, lista de tutores, lista de consejeros para los alumnos de cursos superiores, programa de exámenes, el color con el que se consignaban los diferentes tipos de exámenes, las carpetas azules donde había que introducir las notas, la información sindical, los anuncios de la Asociación de Filólogos, los estatutos de la Asociación de Madres y Padres, las directrices de la LOE, las plantillas de notas, el programa de reserva de las aulas de vídeo, las propuestas para el Día Pedagógico, las reuniones del equipo educativo, las reuniones de los departamentos, las actas del último consejo escolar, el listado de direcciones y teléfonos de los alumnos, la carpeta de anillas con los horarios de los profesores, etc., etc.”
 
 
En una sociedad con la mentalidad mercantilizada y prostituida como la actual, se desprecian los conocimientos y sólo se valora el materialismo y la prosperidad a corto plazo: ser futbolista o ser modelo
 
De haber publicado hoy su novela habría tenido que añadir las adaptaciones curriculares, las situaciones de aprendizaje, las indicaciones emanadas desde la CCP y el Consejo Escolar, las calificaciones por rúbricas, la atención a diferentes alumnos dentro del aula con distintos niveles de aprendizaje, y sobre todo, hubiera tenido que mencionar la virtualización de los ficheros hoy informatizados con el consiguiente peligro de virus, cuelgue del sistema operativo, ataques malintencionados y pérdida de datos. Una pesadilla que Markus Orths apunta y no es necesario actualizar en tanto que el lector consciente y avezado sabe que las circunstancias susceptibles de empeorar seguramente irán a peor.
 
(Reseña crítica de Andrés González Déniz)
 
 
Markus Orths
(Viersen, Alemania, 1969)
Escritor

No hay comentarios:

Publicar un comentario