domingo, 11 de junio de 2017

Sangre en las termas romanas de Caracalla


La crítica ha sido benévola con este film
 
JOHN WICK
(CHAPTER TWO)
(2017)
 
Una muestra de cine negro bien lograda en todos los sentidos: la música suena acorde con la acción, el reparto es efectivo en todos los roles, la dirección es meticulosa, la fotografía nítida, el guion interesante y el desarrollo de la trama y los lugares elegidos para el rodaje resultan espectaculares. Aquí vemos a un Keanu Reeves en plena madurez artística interpretando a un sicario que desea abandonar su profesión, pero al que la mafia, como suele ocurrir, se lo impide.


Las persecuciones de coches que terminan destrozados no podían faltar en una película de acción y aquí aparecen desde el comienzo

Riccardo Scamarcio interpreta, con toda la crueldad que el personaje requiere, a Santino D’Antonio, el hijo de un difunto capo que busca asesinar a su hermana para arrebatarle el puesto en el Alto Consejo donde se sientan los “hombres honorables” de mayor rango. Le encarga el trabajo a John Wick (Keanu Reeves), para después presentarse como un cordero inocente y sentirse respaldado en su posterior orden de matar al propio John Wick, el ejecutor material del asesinato de su hermana.


Keanu Reeves
(Beirut, Líbano, 1964)
Con este trabajo demuestra ser un actor de gran consistencia
 
El guionista Derek Kolstad ha tenido tanto acierto al escribir esta historia que ya le han encargado trabajar en una tercera parte. El director Chad Stahelski, por su lado, se luce con una dirección que busca la estética de los videojuegos en los que se mata a todo oponente que se vaya poniendo por delante. Para remate, los exteriores rodados en las Termas Antoninas y el hotel Continental de Roma elevan este largometraje a una categoría distinta, yo diría que a un nivel superior.


Riccardo Scamarcio
(Trani, Italia, 1979)
Da la impresión de haber nacido para interpretar
este personaje de lo bien que se introduce en su piel
 
La actriz australiana Ruby Rose hace un papel de guardaespaldas sordomuda e implacable que deja al espectador sin aliento y sin palabras. Ian McShane está soberbio y absolutamente verosímil en su cometido de mafioso con aspecto italiano. Lance Reddick es Charon, un conserje recto y obediente ante cualquier circunstancia. Common Sense da vida a un asesino a sueldo (Cassian) que trabajaba para Gianna D’Antonio y querrá vengar su muerte a manos de John Wick por dejarle sin empleo. Su desenvoltura como matón y guardaespaldas es imponente y elegante. Laurence Fishburne va sobrado de dotes dramáticas para hacer que cobre vida un ladrón de los bajos fondos con su propia corte de gánsters (The Bowery King). Y así, todo el elenco realiza una labor irreprochable.
 
 
Ruby Rose
(Melbourne, Australia, 1986)
Pone la única gota de erotismo en una película carente de sexo por su vocación recaudatoria al ir dirigida hacia todos los públicos 
 
El film costó 40 millones de dólares y ha recaudado casi 170 con toda justicia. Quien tenga sed de disparos, puñetazos, asesinatos y crímenes en serie, aquí encontrará lo que desea. Quien esté habituado al género policiaco no se verá decepcionado. A este producto cinematográfico lo único que parecía faltarle es que tanta sangre llegase a manchar la cámara y en una escena cerca del final da la impresión de que salpican unas gotas. Precisamente la conclusión en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (Moma) resulta realmente apoteósica. Quizá, por poner algún reparo, hubo una nota ridícula en el Metro neoyorquino cuando Cassian y John Wick intercambian disparos mientras caminan y la gente los ignora, algo que de ocurrir en la realidad hubiera provocado una desbandada. En conjunto este celuloide, pese a durar más de dos horas, no se hace lento ni largo, por lo que vale la pena verlo.
 
(Reseña escrita por Andrés González Déniz) 
 
 
Una película para crear adictos al cine

No hay comentarios:

Publicar un comentario