AMANTES EN EL ÉXTASIS
Como dos ofidios
de escamas brillantes
que se enroscan,
nuestros cuerpos sudorosos
se enredaban interminables
sin saber dónde estaban.
Las sábanas eran celestiales
de tan blancas,
como tu piel suave,
almendrada y olorosa
con la que me confundía
e impregnaba,
adherida toda a cada palmo
de mi musculatura,
jadeando exánime
en pos de cada orgasmo.
Buceábamos en nuestra carne
a la búsqueda
de otra inmersión,
más intensa y honda,
de nuestros órganos corales.
Yo observaba tu semblante
cambiar de expresión
entre azorada,
gimiente y soñadora.
Dibujaban un rictus erótico
tus labios suplicantes.
Desorientándome,
vi cómo te perfilabas
tan hermosa
como nunca jamás
le hubiera sido dado
ver a nadie.
Gracias a tus entrañas conocí
el amor que nos endiosa.
Ay Andrés! Que suerte tienen algunas!
ResponderEliminarYa quisiera yo que me escribieran algo así. Me pido un poeta para mi próxima vida.
Me ha gustado sobre todo la parte en la que dices:
Buceábamos en nuestra carne
a la búsqueda
de otra inmersión,
más intensa y honda
de nuestros órganos corales.
Un beso
Bravo! me ha impresionado la pasión y las imágenes que usas.
ResponderEliminarYo en cambio destaco "vi cómo te perfilabas
tan hermosa
como nunca jamás
le hubiera sido dado
ver a nadie.
Gracias a tus entrañas conocí
el amor que nos endiosa."
Tremendo.
Una sonrisa.