sábado, 23 de octubre de 2010

Se ansían, se vuelcan, se agotan y se sacrifican



AMANTES EN EL ÉXTASIS

Como dos ofidios
de escamas brillantes
que se enroscan,
nuestros cuerpos sudorosos
se enredaban interminables
sin saber dónde estaban.
Las sábanas eran celestiales
de tan blancas,
como tu piel suave,
almendrada y olorosa



con la que me confundía
e impregnaba,
adherida toda a cada palmo
de mi musculatura,
jadeando exánime
en pos de cada orgasmo.
Buceábamos en nuestra carne
a la búsqueda
de otra inmersión,
más intensa y honda,



de nuestros órganos corales.
Yo observaba tu semblante
cambiar de expresión
entre azorada,
gimiente y soñadora.
Dibujaban un rictus erótico
tus labios suplicantes.



Desorientándome,
vi cómo te perfilabas
tan hermosa
como nunca jamás
le hubiera sido dado
ver a nadie.
Gracias a tus entrañas conocí
el amor que nos endiosa.


2 comentarios:

  1. Ay Andrés! Que suerte tienen algunas!

    Ya quisiera yo que me escribieran algo así. Me pido un poeta para mi próxima vida.

    Me ha gustado sobre todo la parte en la que dices:

    Buceábamos en nuestra carne
    a la búsqueda
    de otra inmersión,
    más intensa y honda
    de nuestros órganos corales.

    Un beso

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  2. Bravo! me ha impresionado la pasión y las imágenes que usas.
    Yo en cambio destaco "vi cómo te perfilabas
    tan hermosa
    como nunca jamás
    le hubiera sido dado
    ver a nadie.
    Gracias a tus entrañas conocí
    el amor que nos endiosa."

    Tremendo.
    Una sonrisa.

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