Carlos Edmundo de Ory
(Cádiz, 1923 - Thézy-Glimont, 2010)
SONETO EN ESES
La díscola, la sílaba inconclusa,
la hermosa sal inmensa en mi saliva.
De su salud sonora saco viva
sangre salvaje súbita y profusa,
música de sedienta cornamusa,
sones alisios de una brisa esquiva.
Saltando suelta y santa en mi misiva,
semántica en el seno de mi musa.
Sede de seda de esos sabios labios.
Salamandra secreta del soneto.
Ósculo suave surto en mis escalas.
Suma y simiente de mis sueños sabios.
Serpiente musical, soplo sujeto
siempre a sorpresas de sutiles alas.
TÚ Y YO DELANTE DE LA CASA MUERTA
Ésta es la casa, la que entonces fuera
triste y oscura, comparable a fosa.
Allí dormía sola y silenciosa
mi alma amorosamente aventurera.
Hemos llegado juntos, como hubiera
rondado la nostalgia más preciosa
su regazo en el halda de la esposa
cuando buscaba en vano compañera.
La verja está cerrada y el jardín
mojado tanto en lágrimas de invierno
como mi corazón y mis pestañas.
Yo mismo era la casa estando sin
nadie en la noche de mi fuero interno.
¿Entramos? Poco importan las arañas.
COMBATE
Tropiezo sin cesar, soy caballero
sin caballo en un campo de batalla.
Salto y más salto y no hay valle sin valla.
Subo y bajo y me pierdo en mi sendero,
encrucijada, zanja, atolladero.
La travesía es larga y no veo raya
de horizonte a la vista y donde vaya
todo son cardos: caigo y desespero.
Y no me arrullo en la fatiga. Sigo
acechando, esperando al enemigo
sin rostro que me aterra y que me asombra.
Es un error huir: nada está oculto
y el miedo que te mira es sólo bulto
creado por tu propia negra sombra.
SELVA VIRGEN
¿Qué son los hombres? Cuando lo pregunto
en número plural, abstractamente,
hago suma y compendio, y saco gente,
todas iguales, hasta cierto punto.
Y si nombro a la especie en su conjunto
de bípedo bimano, alma viviente,
encuentro en ella el bicho. ¿La serpiente?
¿El lobo? ¿O de entrambos fiel trasunto?
La tierra está poblada en cantidad
de una raza llamada humanidad
que clama al mundo en himnos y deberes,
mas la belleza de los sentimientos
nunca se ha visto más que en monumentos
y en unos pocos hombres y mujeres.
EDAD MEDIA
Un viejo mundo, una sabiduría.
Batir en ruinas y cubrir sus grietas.
Caballos, caballeros y trompetas,
batallas por doquier y la herejía.
Vade retro satana ave maría.
La noche es larga y no se atisban metas.
Alquimistas, filósofos, poetas
plenos de audacia buscan la armonía.
Se matan unos a otros, cunden robos,
males bajo la bóveda celeste:
la vida humana puesta a bajo precio.
El hambre, los incendios y los lobos,
tiempos salvajes sin contar la peste.
Es la Edad Media el hombre y su comercio.
FORTALEZAS
Acudo con cuidado y con melancolía
al hombre en pleno día. Y luego acudo
a la mujer al caer la noche, y dudo
que pueda confundir noche con día.
La palma de la mano doy vacía
al semejante mío y no me escudo
delante de los ojos del ceñudo,
ni tiro de la espada a la porfía.
En cambio, ya sin cura de cadenas,
de la jornada salgo a manos llenas.
Me acerco a mi distinta y soy derroche.
Juntos en el castillo de los besos
atravesamos ciegos y posesos
el puente levadizo de la noche.
(Sonetos de Carlos Edmundo de Ory incluidos en su libro Soneto vivo, Barcelona, Junta de Andalucía, 2004, 153 páginas)
Carlos en su etapa de visionario hippy
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