miércoles, 17 de noviembre de 2010

El bruto que con todo bestialismo hizo literatura


Gabriel García Márquez
(Aracataca, Colombia, 1927)

GABO SIN GABÁN NI CARETA

Palurdo inane tocado por la magia
de escribir al estilo faulkneriano.
Los hados le son solícitos y dejan
un filtro de amor en páginas de cólera.



Sicario del castrismo con residencia
subvencionada en La Habana. Glotón
de ubérrimas delicadezas en Méjico.
Defensor de los pobres, lejos del hambre.



Escribe en su máquina y derrocha bosques
cada vez que da un folio a la papelera.
Pulió doce cuentos peregrinos infumables.
Dio noticias de un secuestro, y fue ameno.



Ha leído periódicos hasta volcarse
en una prosa plana donde el virus
de esa literatura que aprendió en Maigret
le rescata de toda esa bazofia
de mamás, coroneles y hojarasca.



Fue a recibir el Nobel con guayabera
como si estuviera degustando un mango.



Publicó porquerías como bosquejos
de esa obra de cien años en solitario.



Tuvo indigno otoño con un patriarca tirano
aunque a Bolívar supo apostillarlo en un dédalo.



Comprendo el aprecio editorial y el de las masas
o la rendida envidia de sus colegas. A él culpo
de mi vicio por la escritura, pues me deslumbró
cuando tenía trece años. Ahora pienso que su
brutalismo mágico solivianta morbosidades
y en él radica el éxito de tantas adhesiones.



Lo veo dueño de sentimientos como pedernales.
Un ser enfermizo que quiso vejar a Vargas Llosa.
Una escoria humana que sabe escribir y embauca.
Sufrió cáncer y era una leucemia su literatura.


El clásico pachá comunista de caviar, langosta y champán
El visir de Fidel Castro en el mundo de la cultura
El rojo satán que nunca ha condenado el estalinismo
El infame al que no le importa la miseria que se padece en Cuba

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