jueves, 3 de febrero de 2011

A todo el que piense que son vagos los docentes



VIDA DE UN PROFESOR

Se amontonan los papeles a mi alrededor
como si laborara en un nido de roedores
de hemeroteca cerrada por falta de lectores.
El trabajo intelectual, el afán de perfección,



la acumulación de libros, la diaria información,
me arrinconan y hostigan sin que mis ojos miopes
puedan deglutir las páginas y elaborar informes,
corregir ejercicios, preparar pruebas o un blog



al ritmo que exige tanta tarea acumulada.
Desde el exterior nadie puede saber cómo sufro
en esta creciente Torre de Babel que amenaza



con paralizarme. Trato de perseverar y busco
dar salida a lo más prioritario con mi precaria
salud, y al ver todo lo que falta por hacer, me hundo.


2 comentarios:

  1. Nos culpabilizamos por lo que no hacemos o hemos dejado de hacer, nos exigimos demasiado, nos rodeamos de excesivas cosas y es dificil ver las piedras del arroyo si no paramos de remover con nuestras manos el fondo. Animo.

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  2. La profesión de docente es una de las pocas en las que uno sigue trabajando tras acabar su jornada laboral. Tarea oscura que nadie conoce o no quiere conocer en pro de ese ripio cansino de las vacaciones de verano.

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