sábado, 19 de mayo de 2012

De aquel compromiso que debió haber perdurado



NO SURRENDER

We busted out of class
had to get away from those fools.
We learned more from a three minute record,
baby, than we ever learned in school.
Tonight I hear
the neighborhood drummer sound.
 I can feel my heart begin to pound.
 You say you're tired and you just want
to close your eyes and follow your dreams down,
but we made a promise
we swore we'd always remember:
 “No retreat, baby, no surrender.”
 Like soldiers in the winter's night
with a vow to defend:
“No retreat, no surrender.”
But now young faces grow sad and old
and hearts of fire grow cold.
We swore blood brothers against the wind.




 I'm ready to grow young again
and hear your sister's voice
calling us home across the open yards.
 Well, maybe we could cut someplace of our own
 with these drums and these guitars.
Blood brothers in the stormy night
with a vow to defend:
“No retreat, no surrender.”
Now on the street tonight the lights grow dim,
the walls of my room are closing in.
There's a war outside still raging.
You say it ain't ours anymore to win.
I want to sleep beneath
peaceful skies in my lover's bed
with a wide open country in my eyes
and these romantic dreams in my head.

(Canción compuesta e interpretada por el imperecedero trovador urbano Bruce Springsteen en el disco “Born in the USA” publicado en 1984)




NUNCA RENDIRSE

Nos escapábamos de clase
porque teníamos que intentar
olvidarnos de ese hatajo de idiotas
que se mueve dentro de los institutos.
Aprendimos más con la letra
de discos sencillos de tres minutos
que en toda nuestra etapa en la escuela.
Esta noche vuelvo a oír el sonido de las baterías
de los grupos de rock que ensayaban en mi barrio
y mi corazón empieza a latir emocionado.
Me dices que estás cansada y sólo quieres
cerrar los ojos para dejar que tus ilusiones
se evaporen, pero nosotros hicimos
un juramento que prometimos para siempre:
“Nunca retirarnos, mi vida, nunca rendirnos.”




Ahora los rostros que eran jóvenes se han vuelto
tristes, viejos y sombríos. Hasta los corazones
que ardían con tanto denuedo se han enfriado.
Pero nosotros hicimos una promesa
como hermanos de sangre
contra el azote del viento de los malos tiempos.
Yo estoy listo para volver a sentirme joven
y escuchar la voz de tu hermana llamándonos
a través del patio donde jugábamos de niños.
Quizá podríamos forjar un sitio encantado,
que fuera enteramente nuestro, con el sonido
de nuestra percusión y nuestras guitarras.
Seríamos como nativos aborígenes
apretando sus manos sangrantes
para establecer un inmortal pacto:
“Nunca volver la espalda, amor mío,
nunca abandonarnos.”




Ahora en las calles de la ciudad
la luz se está oscureciendo
y las paredes de mi habitación
parece como si me encarcelaran.
Ruge una hostilidad en el exterior
agigantándose junto a guerras
que siempre van a renovarse.
Tú dices que jamás ganaremos,
que la victoria nunca estará de nuestra parte.
Después de oírte quisiera dormir
bajo la cúpula celeste en un tálamo de amor,
como en un nido oculto a campo abierto
con la mente herida de sueños románticos.

(Traducción de Andrés González Déniz)



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