ÚLTIMOS APUNTES
DEL SARGENTO
DENNIS COPPING TRAS
ESTRELLARSE
SU “RAF CURTISS
P-40 KITTYHAWK”
EN JUNIO DE
1942
¡Me han dado, maldita sea! ¡Me han alcanzado
las balas de un Messerschmitt BF-109 alemán!
Alguna vez me tenía que tocar a mí,
después de los cazas que he acertado
a disparar y abatir en esta misión.
Estoy entrando en barrena
y trato de planear con este maldito cacharro
del demonio. Por suerte, la arena del desierto
en esta zona de pedregales parece plana.
Estoy en tierras del protectorado egipcio.
Creí que volando tan al sur del país
las posibilidades de ser avistado
por el enemigo serían mínimas.
Mi plan era llegar a una base aérea
del general Montgomery. ¡Dios mío,
la hélice delantera ha salido despedida
tras chocar en picado contra una roca!
Despierto dolorido, a mi alrededor
sólo se ven tierras áridas y un horizonte
sin límites. Me duelen el hombro izquierdo,
la pierna derecha y la espalda.
Debo haberme fracturado
una tibia y una clavícula.
También me escuecen las picaduras
de los mosquitos. A pesar de todo,
aunque sea a rastras, voy a tratar de salir
de este infierno de calor
comunicando mi posición para el rescate.
¡Oh, no, por favor, no! La radio no funciona.
Trataré con desesperación de arreglarla.
Después de varias horas de esfuerzo inútil
veo que es imposible. La batería
que la alimenta se ha estropeado.
Por si la carga explosiva del avión explota,
será mejor que haga una tienda de campaña
a cierta distancia con el paracaídas.
No tengo agua ni comida.
Menos mal que la munición
de las tripas del aparato no estalló.
Ahora representa un peligro
más que una ayuda. El maldito interfono no da
señales de hacer ruido. El transmisor no conecta.
Debo estar en el culo del Sáhara.
Está cayendo la noche. Voy a encender
una hoguera para ver si logro ser visto.
Por fortuna, debe quedar combustible en el tanque.
¡Por Dios! ¡Que alguien venga y me salve!
Quedarme aquí me conduciría
a una muerte segura.
No sé qué animales acechan.
Me muero de sed, dolor y hambre.
Aprovecharé el fresco de la mañana
para ir a cualquier parte.
El sol aún no raya el día
y ya me he puesto en camino
aunque no sé hacia dónde.
En realidad, da igual cualquier parte.
¡Maldición! ¡Qué dolor siento!
Una víbora me ha mordido la pierna
que tenía más entera. ¡Ay, Dios!
¿Por qué me abandonas?
(Las notas continúan con dos renglones más
en los que se bosquejan trazos ilegibles y borrosos).
en los que se bosquejan trazos ilegibles y borrosos).
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