miércoles, 5 de diciembre de 2012

La poeta que se inspiraba entre un volcán y el mar

 
Claudia Lars
(Margarita del Carmen Brannon Vega)
(Armenia, 1899 - San Salvador, 1974)
 
SONETO DEL ARCÁNGEL
 
Quiero, para nombrarte, voz tan fina
y tan honda... conciencia de la rosa,
eje del aire, llama melodiosa,
cambiante y desolada voz marina.
 
Vaivén de arrullo, trémolo a sordina,
rumor que el mundo y el azul rebosa;
arpegio de la escala luminosa
donde el canto de amor sube y se afina.
 
Para nombrarte debo ser tan clara
como lira perfecta que tocara
mano imposible, de belleza viva.
 
Y ha de vibrar dulcísimo tu nombre
-verbo del ángel, música del hombre-
en mi delgada lengua sensitiva.
 
 
 
 
CANCIÓN DE MEDIANOCHE
 
Esta noche de octubre es de luna redonda.
Estoy sola, llorosa, pegada a tu recuerdo.
Han escrito tu nombre las estrellas errantes
y he cogido tu voz con la red de los vientos.
 
Flota un olor agreste con resabios marinos,
las sombras se amontonan en rincones de miedo,
algo secreto emerge de las cosas dormidas
y las horas se alargan en la curva del tiempo.
 
 
Volcán de Izalco
 
Mis ojos de vigilia captan todo el paisaje:
el cono del volcán, los llanos y los cerros,
la vereda entre zarzas, los arbustos floridos
y las palmeras altas de penachos violentos.
 
Se oye el gluglú monótono del agua escurridiza
que en la hondonada cuaja su espejito de invierno,
el golpe de la fruta al caer de la rama
y el zumbido perenne de la ronda de insectos.
 
Mariposas ocultas tiñen sus alas frágiles,
el zenzontle del alba esconde su gorjeo,
y entre espesas cortinas de bejucos fragantes
la paloma morada sueña rumbos de vuelo.
 
 
Pájaro zenzontle gorjeando
 
Por etéreos caminos los anhelos se encumbran
y en los cuatro horizontes dan vueltas en silencio.
¿Quién escucha el mensaje de las almas que lloran?
¿Quién recoge en el aire los suspiros dispersos?
 
Trato de reconstruirte con vaguedad de líneas,
pero te desvaneces y te alejas huyendo...
¿En qué niebla distante has escondido el rostro?
¿En qué lugar remoto ha caído tu cuerpo?
 
Esta noche podría quererte más que nunca:
hay en mi corazón humilde vencimiento;
tiembla en la mano izquierda la caricia de espera
y queda el beso tibio en los labios suspenso.
 
 
 
Te ofrendaría el hondo latido de mi impulso,
mi canto de belleza y mi gajo de ensueño,
y una ternura clara, como río de gracia,
colmaría de encanto la cuenca de mi pecho.
 
Pero ya ves: el ansia ha de quedarse trunca
aunque estire el amor sus brazos pedigüeños.
Y he de pasar la noche, bajo la luna de ámbar,
hilvanando tristezas y contando luceros.
 
[Poemas escritos por Claudia Lars y publicados en
Antología: la poesía del siglo XX en El Salvador,
Madrid, Visor, 2012, (colección "La Estafeta del Viento"),
(edición de Fernando Valverde y prólogo de Tania Pleitez Vela), pp. 401]
 
 

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