Hamutal Bar-Yosef
(Kibbutz Tel Yosef, Israel, 1940)
Escritora y catedrática emérita doctorada en literatura hebrea
(Kibbutz Tel Yosef, Israel, 1940)
Escritora y catedrática emérita doctorada en literatura hebrea
CUANDO ME QUEDO SOLA
Cuando me quedo sola
me siento exhausta y quiero morirme,
Cuando me quedo sola
me siento exhausta y quiero morirme,
arroparme con el edredón en la oscuridad,
hundirme en él como un submarino despedazado
y encerrarme a dormir.
Cuando me quedo sola
mis fuerzas se derraman
por todos los orificios
de mi cuerpo y caen a tierra,
mis fuerzas se derraman
por todos los orificios
de mi cuerpo y caen a tierra,
me ahuecan. Vacía, aterrada,
me arrastra un viento implacable,
igual que una pelusa.
igual que una pelusa.
Cuando me quedo sola
me quedo sin yo,
me quedo sin yo,
tengo sólo un no hay esto
y un no hay aquello ni lo otro,
PRUÉBALO
Pruébalo. Redímeme
de la ignorancia de la verdad,
de la ignorancia de la verdad,
buena o mala. Demuéstrame
que tu amor es confiable
que tu amor es confiable
como las superficies idénticas
de dos triángulos distintos,
de dos triángulos distintos,
como el resultado de un análisis de sangre.
Pruébamelo hoy una vez más
y a la noche también. Y mañana.
Y varias veces por noche, si se puede.
No, no me digas que esta verdad imposible
es un milagro como el maná,
que apenas aparece
ya se disuelve.
que apenas aparece
ya se disuelve.
TE HE TRAÍDO
Te he traído una gata
blanca y negra de la calle
blanca y negra de la calle
para que veas, hija, sus maneras.
Ahí está sobre la blanda manta
de tu cama, puliendo sus uñas,
mascando y rasqueteando cada pelo,
lamiendo con la lengua entre las patas.
Los ojos se le cierran
lentamente al sol invernal.
lentamente al sol invernal.
Y al mediodía, cuando os levantáis
juntas de dormir, ella se sacude el cuerpo
y sale a cazar una lagartija roja.
juntas de dormir, ella se sacude el cuerpo
y sale a cazar una lagartija roja.
¿Y por qué, muchacha,
te has puesto todas mis alhajas
te has puesto todas mis alhajas
y tus ojos vierten lágrimas?
Amos Oz ha dicho de su poesía que muestra una visión feroz y apasionada de la existencia que lleva impresas las huellas del daño, la falta y la fragilidad
Amos Oz ha dicho de su poesía que muestra una visión feroz y apasionada de la existencia que lleva impresas las huellas del daño, la falta y la fragilidad
MÚSICA
Se cansaron los músculos de los párpados
por el exceso de luz y las señales de tráfico.
Se fatigaron mucho las manos
de los que aferran el volante.
Soñaron con rutas frescas.
En los carriles de adelantamiento
de los que aferran el volante.
Soñaron con rutas frescas.
En los carriles de adelantamiento
qué bello se adivina el sonido de grises
El poema se ofende cuando lo traducen.
Como el león que se echa
en un rincón de la jaula
en un rincón de la jaula
y se niega a rugir, mirando indiferente
a los niños regordetes pegados al vidrio
que no aciertan a imaginar.
Como el elefante que se arrastra
tras el domador, apoya sus enormes patas
con distraída delicadeza,
tras el domador, apoya sus enormes patas
con distraída delicadeza,
realiza las anodinas piruetas rutinarias
y obtiene el terrón de azúcar y los aplausos.
Como el oso blanco que se para
sobre sus dos patas junto a la fuente de agua
cubierta de musgo en un día de siroco
que atonta los sentidos,
sobre sus dos patas junto a la fuente de agua
cubierta de musgo en un día de siroco
que atonta los sentidos,
esperando el dulce o la fruta
EL FIN
Por fin es posible no apresurarse.
A media mañana el colibrí dubitativo
propone un trino enigmático.
propone un trino enigmático.
Un grillo lejano no insiste
en seguir gritando amor.
en seguir gritando amor.
Luces y sombras lamen un gran plato
y se dejan casi todo
por terminar.
Una hoja seca cruje en el jardín,
hollada por las patas
de un ave migratoria, hermosa,
de un ave migratoria, hermosa,
que ha leído su texto fragmentario.
El fin llegará,
no pedirá permiso a nadie.
[Poemas escritos por Hamutal Bar-Yosef recogidos en El lugar donde duele (Antología poética: 1970 - 2010), Madrid, "Vaso Roto", 1º edición, (traducción de Mario Wainstein y Florinda F. Goldberg), pp. 297]
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