Marguerite Yourcenar
(Marguerite Antoinette Cleenewerck de Crayencour)
(Bruselas, Bélgica, 1903 - Northheast Harbor, Maine, 1987)
Poeta, novelista, dramaturga, traductora, latinista y viajera
RESPUESTAS
—¿Qué tienes para consolar la tumba,
corazón insolente, corazón en rebeldía?
El fruto maduro pesa y se desprende.
¿Qué tienes para consolar la tumba?
—Tengo el caudal de haber sido.
—¿Qué tienes para soportar la vida,
corazón loco, corazón pronto al hastío?
Corazón sin esperanza y sin deseo,
¿Qué tienes para soportar la vida?
—Piedad, por lo que ha de pasar.
—¿Qué tienes para despreciar a los hombres,
corazón duro, corazón irrompible?
¿Qué tienes para despreciar a los hombres?
¿Qué eres más de lo que somos?
—Capaz de despreciarme.
Marguerite Yourcenar a los cinco años
SONETOS
Sonetos, lámparas de plata, que iluminaron
en Aviñón el claustro de Laura y su belleza;
rosario cristalino donde se desgranaron
Miguel Ángel y el Papa en la misma tristeza.
Sonetos, rosal de Ronsard rojo coronando
su Elena a medianoche y al alba su Casandra;
llave de países que Shakespeare abrió pasando,
mapa del viaje negro donde el amor relumbra.
Deseos, dolores, destinos y años nuestros
a merced de las rimas alternando sus rastros;
sigue el terceto veloz al lento cuarteto
y cuando recorremos las esteladas tumbas,
catorce cisnes blancos o catorce palomas,
catorce ángeles guardan el pasado en penumbras.
Marguerite Yourcenar en su plena juventud
INTIMACIÓN
El estroncio desciende del alto
cielo azul y frío.
El pan nuestro de cada día
dánosle hoy, Dios mío.
La muerte va arrimando su rumor,
¿amigo, hermano, sombra, qué te importa?
Solamente la muerte es la compuerta
que deja salir del mundo el dolor.
"Autorretrato"
(1905)
Marie Laurencin
(París, 1883 - 1956)
(Museo Marmottan Monet en París)
POEMA
PARA UNA AMIGA MUERTA
Aquí están la miel profunda de las rosas,
la fragancia, el color, el respirar amado.
No sonreirás más a la luz de las cosas,
tu gesto de abrazar en suspenso ha quedado.
Ya no sentirán más tus párpados dormidos
el largo deshojar de la melancolía.
Tu corazón se aleja en cielos desvaídos
y yo llego puntual para ver la agonía.
El ser no es más que un nombre, el tiempo es un día,
por la ruta del sol tu sombra yo amaría,
pero contra la tumba mi amor se golpeó.
La muerte no vacila y supo alcanzarte;
si me recuerdas hoy sabrás compadecerte
de esta oscuridad que tu antorcha encendió.
(Poemas escritos por Marguerite Yourcenar y traducidos por Silvia Baron Supervielle que fueron publicados en el libro: Las caridades de Alcipo y otros poemas, Madrid, Visor, 1990, 2ª edición, pp. 109)
Característica cubierta negra
de la colección Visor de poesía
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