lunes, 14 de septiembre de 2009

La mayor catástrofe del cristianismo


Iglesia de Santa Sofía en Constantinopla

29 de mayo de 1453

Corrieron por la llanura
frente a las murallas áureas de Bizancio.
El joven sultán Mahomet, hijo de Murad,
con su batallón de jenízaros, supervisaba
las tropas de los anatolios y bashi-bazuks.

La orden del ataque vino tras la previa
labor demoledora de los cañones.
La poterna de Kylókerkos
había quedado sin cerrar
y cincuenta turcos se introdujeron por ella.


Puerta del Pempton, la más atacada por Mahomet II


El gigante Hasán abrió camino con el machete
en busca de la recompensa prometida:
una gran fortuna para el primer soldado
que penetrara en Constantinopla.

Una piedra lanzada desde arriba
lo abatió junto a diecisiete hombres
de los suyos que murieron en la refriega.
Creía abrigar un botín lujoso en la mano
justo cuando lo mandaron a la sepultura.


Vista interior de la cúpula de Santa Sofía

Giustiniani de Génova caía
acribillado por el disparo de una culebrina.
Su guardia de corps lo trasladó a un barco amarrado
en el angosto puerto del Cuerno de Oro,
contrariando al emperador cristiano.

El resto de genoveses abandonó su puesto,
dejando solos a Constantino, Teófilo Paleólogo,
Francisco de Toledo y Juan el de Dalmacia.
El rey se desembarazó de toda insignia
y entremezcló de inmediato con la turba de griegos
que luchaban desesperados.



Las banderas otomanas
comenzaron a ondear
en las elevadas torres de Blachernas.
La insignia con el águila imperial
y el león de San Marcos
fue toda desgarrada
y prendida con fuego.

Los venecianos también huyeron.
Las puertas Horaya y Platea fueron cruzadas
por una marea humana de invasores.


Mahomet II retratado por Gentile Bellini en 1480

Regimientos tras otros
penetraban por las murallas adentro
con la idea puesta en el festín del saqueo
que duraría tres jornadas.

Filippo Contarini y Demetrio Contacuzeno
cayeron prisioneros
porque pronto descubrieron
sus capturadores que podían venderlos vivos
mientras que de poco, salvo algunos despojos,
les servirían muertos.


Los catalanes que defendían el palacio
fueron asesinados o presos.

El cardenal Isidoro intercambió
sus hábitos con los de un mendigo.
A éste lo degollaron para trofeo.
Aquél fue vendido por esclavo.



Constantino XI Paleólogo

La cabeza de Constantino
fue mandada a buscar.
Llegó a la presencia del sultán
llena de tierra y sangre.
Se lavó y fue puesta a disecar
para posteriormente ser expuesta
en las principales cortes musulmanas.

En la iglesia de la Sabiduría todas las cruces
fueron anudadas con los turbantes moros,
y las piedras preciosas de los cálices,
o las joyas y las obras de arte,
fueron destruidas o robadas.
No quedó una sola imagen en pie visible.


Entrada de las tropas de Mahomet II en Constantinopla
Pintura de Benjamin Constant
(1876)


Los hijos e hijas
de los grandes hombres ilustres
pasaron a engrosar el harén del sultanato.
Aquellos que se negaban a consentir,
como el retoño de Frantzés, ministro y confidente regio,
fueron degollados en el acto.

Mil cien años de civilización
cristiana, helénica, oriental y romana
hallaron en un día su epitafio.



Cristiana antes y mahometana después,
la iglesia de la Santa Sabiduría continúa viva.
Sus paredes de color rojo parece que quisieran
recordar toda la sangre vertida en 1453

2 comentarios:

  1. Que bonita tu descripción, historiador y poeta...
    Me ha gustado tu montaje de música imagnes y poesía, eres un artista.
    Besotes

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  2. Todos estos recuerdos sangrientos que nos trae la historia es complicado, a veces, descifrarlos. O muy simple. Todo depende de las vueltas que les queramos dar.



    John W.

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