Son las 7 de la mañana del 2 de mayo. Acabo de enterarme de que han dado matarile al Viejo de la Montaña. Éstas son mis primeras y muy aventuradas impresiones de eterno disidente. Quiero comprobar en qué medida me dan los hechos la razón. ¡Ojalá me la quiten! Tardaremos en saberlo. El asesinato de Bin Laden es una bomba de explosión retardada. Sus consecuencias llegarán en forma de círculos concéntricos. Las venganzas se sirven en platos de fiambres, no sólo porque sean frías, sino porque, en esta ocasión, los habrá, y serán de mortadela. El Mahdi de pacotilla al que aludo siempre me pareció un hideputa, pero eso no sirve de coartada al crimen a no ser que pensemos, como lo pensaban los nazis y los bolcheviques, que el fin justifica los medios.
El Estado llama terrorismo a la violencia ejercida contra él y legítima defensa a la violencia propia. Asaltar un domicilio y freír a balazos a quien lo habita no es un acto de guerra. Bin Laden, en ese momento, no amenazaba a quienes apretaron el gatillo. El sheriff de Río Bravo, que era John Wayne dirigido por Howard Hawks, los habría ahorcado. ¿A qué tanto júbilo? No nos encanallemos. La muerte de Osama Bin Laden es, además, sumamente inoportuna. Al Quaeda no va a desparecer porque su fundador haya volado al jardín de huríes que el Profeta le había prometido. La insurgencia talibán cobrará bríos y las fuerzas de ocupación de su país lo tendrán cada vez más crudo. Habrá atentados en el corazón de Occidente. El petróleo escaseará y sus precios se dispararán. En Islamabad, escenario del crimen, podría hacerse con el poder el integrismo, lo que traería consigo una guerra nuclear por el conflicto de Cachemira.
En Túnez y en Egipto crecerán las expectativas electorales de los movimientos islamistas, que de por sí, en el segundo país citado, son ya de considerable altura, aunque en el primero estén, por decreto, congeladas. En Estados Unidos se irá a las nubes la popularidad de Obama, que es un zapaterito blandiblú e incompetente, y el patrioterismo alcanzará cotas similares a las que en su día auparon a esa lumbrera llamada Bush. Inútil, por obvio, es subrayar el peligro inherente a los hijos del Tío Sam cuando se ponen a agitar banderolas por las calles, a envolverse en oriflamas como si fuesen sudarios y a berrear canciones inscritas en el papel pautado de las barras y estrellas. El cañón de la pistola que mató a Osama Bin Laden se apoyaba en la sien del mundo occidental.
(Columna de opinión escrita por Fernando Sánchez Dragó y publicada en el diario "El Mundo" el martes 3 de mayo de 2011)
(Madrid, 1936)
Que pena me da que secuestren los llamados grandes pensantes su sentido común por ideologías partidistas.
ResponderEliminarQue si la derecha la tiene por la iglesia, los de la izquierda, lo tiene por unos ideales que no tiene sentido y estan caducos.
(Se me borró mi anterior comentario que analizaba paso a paso) y como que se me quitan las ganas viendo la foto del machista y otras cosas mas...Sanchez Dragó.
No se pueden beneficiar de un estado de derechos, quien no respeta los deechos humanos, sería como ultrajar a los democratas.
Seguiría...aún más, solo que quien escribe con alegría así...no vivió de cerca Atocha, ni le pilló cercano...
¡¡ que bonito es hablar de lo que se desconoce!! atado a los ideales partidistas.
Un abrazo
Buenas tardes Andres,pasear por su blog siempre es un verdadero placer, hasta el mas mínimo detalle esta perfectamente cuidado, muchas gracias por el esfuerzo y dedicación que ello exige.
ResponderEliminarEn relación al tema, excluyendo el punto de vista de el señor Sanchez, le diré que no creo que una muerte licite otra muerte, no estoy por "ojo por ojo" o "todo vale", siento mucho respeto por cada persona, creo que todos tenemos derechos muertos y vivos. Un arrestamiento y posterior juicio es lo justo y digno para todos.
Solo es mi opinión.
Reciba mi respeto.
Una mujer