Los continuos "flashbacks" de la película tratan de dar amenidad a una trama que no consigue evitar la sensación de pesadez y monotonía
J. EDGAR
(2011)
Biopic sobre el impresentable
John Edgar Hoover, el hombre que dirigió
durante 48 años la Oficina de Investigación Criminal desde 1924 y el FBI desde
su fundación en 1935. Se trata de una burda manipulación para canonizar a un
personaje en aras del chauvinismo yankee de su director y productor Clint
Eastwood. Apenas la única verdad que resplandece en la película es la expresión
que utiliza Richard Nixon para definir a tan siniestro individuo llamándolo “cocksucker”.
He aquí a Leonardo DiCaprio en el rol del hombre
que extorsionó a ocho presidentes de los Estados Unidos
El súcubo de Hoover fue quien
destruyó pruebas del asesinato de Robert Kennedy y se inhibió sospechosamente
en el magnicidio de su hermano, el presidente John Fitzgerald Kennedy, después
de haberlo chantajeado en vida con dossieres sobre amoríos extramaritales. Hoover
fue el racista que estuvo implicado en el asesinato de Martin Luther King por
haberse atrevido a recoger el Nobel de la Paz en contra de sus órdenes. El
antisemita que llevó a la silla eléctrica al matrimonio Rosenberg y amargó los
últimos años de Robert Oppenheimer, a los primeros bajo acusación de espionaje en
favor de la URSS, y al segundo por haberse arrepentido de participar en la
creación de un arma tan destructiva como la bomba atómica.
La pareja Hoover-Tolson cenaba todas las noches en restaurantes caros
En el país de la democracia y las
libertades se permitió el privilegio de aferrarse al cargo como un sátrapa. Fue
un homófobo que amenazó con revelar la condición lésbica de Eleanor Roosevelt mientras
él mismo era un homosexual que se travestía en su vida privada y vivía con un
amante, Clyde Tolson, al que convirtió en su número dos sin tener aptitudes ni
méritos para el cargo. En la cinta, Clint Eastwood sólo se atrevió a vestirlo de
mujer la noche de la muerte de su madre para que nos compadeciéramos al
conferirle un sesgo trágico.
Los verdaderos Clyde Anderson Tolson (Laredo, Missouri, 1900 - Washington D. C., 1975) y John Edgar Hoover (Washington D. C., 1895 - 1972) además de asignarse el sueldo veraneaban juntos
La película se centra en la
obsesión anticomunista de Hoover relativa a los años 20, pero no dice nada de
su papel devastador durante el macarthismo en los años cincuenta, a sus labores
de sabotaje contra los defensores de los derechos civiles y quienes se oponían
a la intervención militar en Vietnam. No se menciona que Harry Trunman lo acusó
de querer convertir el FBI en una especie de Gestapo nazi, y menos mal que sí
se muestra cómo no intervino físicamente en los arrestos de gánsteres famosos,
porque el miserable J. E. Hoover fue toda su vida un burócrata arbitrario que
se comportó como un tirano exigiendo que otros hicieran el trabajo sucio y
arriesgado.
Armand Douglas Hammer (Los Ángeles, 1986) y Leonardo Wilhelm DiCaprio (Los Ángeles, 1974) haciendo de Clyde Tolson y John Edgar Hoover en la ficción cinematográfica
Tanto que presumía de controlar la delincuencia y no evitó la conspiración del Pentágono y la mafia para matar
a los hermanos Kennedy. Quiso incluso arrestar y deportar a 12.000 personas por
simples sospechas de simpatizar con el comunismo, especialmente en Hollywood.
La célebre cita de Franklin Delano Roosevelt referida al dictador nicaragüense Anastasio
Somoza, “tal vez sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”, no es suficiente
pretexto para laurearlo en la historia de la nación de las barras y las
estrellas, el faro de los derechos individuales en el mundo.
El corrupto Hoover tenía el vicio de apostar en las carreras de caballos: si ganaba, se llevaba el premio; y si perdía, lo cargaba al erario público
A Leonardo DiCaprio se le nota y
hay que agradecerle el esfuerzo que hace por interpretar al viejo Hoover,
porque cuando realiza el papel del Hoover joven parece estar interpretándose a
sí mismo. Armie Hammer hubiera estado perfecto en el papel de concubino si no
fuera porque el emplasto del maquillaje se lo impide. Naomi Watts cumple como
Helen Gandy, la secretaria que encubre todos los chismes de los informes
confidenciales, mientras que Josh Lucas da vida a un convincente Charles
Lindbergh. Jeffrey Donovan está a la altura del Robert Kennedy que encarna y Dermot
Mulroney pone lo mejor de su parte por semejarse a Nixon.
Tres presidentes, John F. Kennedy, Lyndon B. Jonson y Richard M. Nixon, intentaron destituir a este canalla sin éxito ninguno
El guion de Dustin Lance Black es
una soporífera hagiografía por encargo. La fotografía de Tom Stern tiene la
calidad que le falta a la insípida música compuesta por el propio Clint Eastwood,
alguien que, tras haber dirigido buenos largometrajes (“El sargento de hierro”
en 1986, “Sin perdón” en 1992 o “Million dollar baby” en 2004) se ha llegado a creer
que es un Orson Welles y no pasa de ser un tergiversador pedante, tedioso y antipático.
(Reseña escrita por Andrés González Déniz)
El crítico de cine Carlos Boyero ha calificado con notable acierto
de abyectas las actividades del biografiado y a la película de aburrida
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