viernes, 9 de octubre de 2009

Las verdades como puños, aunque nos duelan


LA GUERRA DE LAS TRINCHERAS

David Torres

Hay generaciones que nacen marcadas por el signo del palo, levas enteras de desgraciados cobrando de pequeños y de mayores, sin posibilidad alguna de revancha. Les pasó a los jóvenes que sobrevivieron a la guerra de trincheras: creían que se habían librado pero de postre les pasó por encima la Segunda Guerra Mundial. Algo parecido sufrimos quienes crecimos en los años finales del franquismo, cuando los profesores de turno (generalmente hipopótamos con sotana) tenían potestad para abofetear mejillas, patear culos y arrancar orejas. Algunos de los que resistimos ese tenaz y metódico linchamiento llamado educación cristiana pensamos que ya nos llegaría el turno de vengarnos y nos hicimos profesores animados por un débil ramalazo de vocación y también por la tímida esperanza de cobrarnos el rencor en la carne del futuro alumnado.


Era el mismo mecanismo que funcionaba en la mili, con los novatos. Pero no tardamos en darnos cuenta de que la justicia divina es un camelo y que las tornas se habían invertido sólo para pillarnos en medio. Mejor dedicarnos al periodismo, el crimen, la política. Quienes, con torpeza y tesón, siguieron su vocación docente sólo tuvieron tiempo de reencontrarse con el mismo infierno de sus años infantiles corregido y aumentado: colegios llenos de demonios enanos, caudillos reencarnados corriéndolos impunemente a patadas por las aulas.


Ira Levin imaginó que podía fabricar una docena de dobles de Hitler con unas gotas de genuina sangre del Führer y una cuidadosa reproducción de sus condiciones familiares y sociales. Para clonar una miríada de clones de Franco, en cambio, ha bastado la LOGSE. Tres o cuatro reformas educativas y unas cuantas ideas de pedagogos imbéciles han bastado para parir miles y miles de pequeños dictadores en pantalón corto que dedican la jornada estudiantil a hacer su santa voluntad, chillar con voz de pito y fabricar versiones en miniatura del Valle de los Caídos con pupitres y rotuladores vileda.


Para que no falte de nada, a los acojonados profesores no sólo les esperan a la salida esas manadas de cachorros neonazis para apalearlos, sino que a veces los padres de los angelitos también se ofrecen a echar una mano y demostrar que el karma, más que un consuelo universal, es una hostia de ida y vuelta. No obstante, si caemos en la cuenta de que estos chavales han crecido en casa viendo sucesivas generaciones de zorras y subnormales medrando en Gran Hermano, aprendiendo psicología fina de Mariñas y cía, y teniendo como modelo de éxito social a un púgil sonado llamado Belén Esteban, entonces la mejor opción sería otra guerra de trincheras.

(Artículo de opinión publicado en "El Mundo" el 20 de septiembre de 2009)

David Torres

(Madrid, 1966)

El columnista que transpira inteligencia y sarcasmo

4 comentarios:

  1. Muy bueno!! La verdad es así de real, como se narra. Te felicito por compartir este estupendo articulo.

    Cálido abrazo

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  2. Menudo latigo lleva este señor en la palabra!
    Pero no se podra decir que no cante verdades como puños.
    Que valores van a heredar cuando lo que se les pone delante son esos modelos, y cuando sus propios padres no solo disculpan sus actitudes mas intolerables, sino que a veces hasta las alientan dando deplorable ejemplo por delante de ellos.

    Monsieur, espero que a usted le haya tocado una buena cosecha y no haya tanto clon de dictador por ahi!

    Feliz dia

    Bisous

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  3. Prefieron que me duelan, pero reconocerlas; evadirlas sería un gravisimo error.

    Una aberración lo que cuentas de la realidad, pero narrada con unas letras exquisitas. Lo siento, así me salió.

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