Ahora, con la cascada de consecuencias negativas generadas, todo son recortes por todas partes con la excusa de una crisis profunda e insondable, aunque no parece que el mercado del lujo se resienta. Nunca se habían vendido tantos coches de alta gama, vehículos que cuestan más de 150.000 euros. Lo que ocurre es que la concentración de capital y poder en pocas manos tenía que traducirse, tarde o temprano, en un empobrecimiento general. Las clases opulentas carecen de escrúpulos y en lo único que han mejorado desde los tiempos difíciles de Charles Dickens es en el pudor. Ya no les gusta exhibir sus riquezas como antes. Los verdaderos ricos viven en medio de un apagón informativo. A ellos no les afectan los problemas del espacio aéreo cuando los controladores de los aeropuertos amenazan con una huelga de celo para exigir sueldos privilegiados de 300.000 euros anuales. Ellos tienen aviones privados.
Lo que pasa es que las masas ya no esgrimen ninguna ideología alternativa que haga peligrar el statu quo capitalista. Y encima están adocenadas con unos medios de comunicación que las infantilizan alimentándolas con morbo y basura. El pan de las subvenciones y el circo deportivo sirve para narcotizarlas y lograr que vivan en la alienación continua. La depauperación del entramado educativo ha logrado a las mil maravillas su papel degradador preconcebido. Tres de cada cuatro docentes en Canarias reconocen no poder impartir clase debido a la indisciplina en las aulas que, en algunos casos, llega hasta el insoportable nivel de las amenazas personales por parte de algunos alumnos.
Los ataques a la familia tradicional, cuyo último episodio ridículo consiste en la pretensión de priorizar los apellidos por orden alfabético, no eran necesarios habida cuenta la cantidad de unidades familiares desestructuradas que abundan en la actualidad. El síndrome del "niño-emperador", el crío que tiraniza a una madre consentidora en el seno de un hogar monomaternal, hoy campa a sus anchas. Hijos que lo quieren todo y de inmediato, pero que no saben lo que cuesta un peine porque nunca han trabajado y se piensan que saben de todo por navegar en la Red y obtener lo que precisan pulsando un teclado.
El economista Juan Roig afirmó hace poco que el mal de nuestro tiempo reside en que no hay conexión entre nuestro esfuerzo y el nivel de vida alcanzado. Evidentemente, se trata de un analista conspicuo, anticuado y ahorrador. Porque hoy de la plebe interesa más que consuma a que produzca, pues de eso ya se encargarán las fábricas con mano de obra esclava en países totalitarios como China, tercermundistas como Pakistán o hipercapitalistas como Singapur.
Obreros chinos trabajando en una factoría
Hemos querido hacer ver a las nuevas generaciones que vivimos en un globalizado parque temático que funciona a las mil maravillas y ni siquiera nos acordamos de cuando hace diez años la burbuja informática de las ‘puntocom’ explotó. Se degrada la atención sanitaria, se grava la iniciativa privada*** con impuestos y trámites burocráticos para justificar y alimentar a una maquinaria de funcionarios que han pasado a ser la clase media sobre la que recae a su vez la carga fiscal y la responsabilidad de conferir un organigrama sustentable a una realidad en descomposición.
Trabajadores pakistaníes fabricando balones de fútbol
En esta crisis hay más falta de ética que de dinero. Hay quienes se aprovechan de la situación para enriquecerse y esquilman todo aquello que signifique bienestar ciudadano. Por otra parte, los hay que viven todavía con mentalidad de juerga sin enterarse de que la fiesta se ha acabado. Por eso Zapatero, el rey del mambo, está en horas bajas y les ha decepcionado. Por lo visto hubo quienes creyeron que sacaba el dinero de una chistera y no del bolsillo de los contribuyentes para malgastarlo sin rubor.
*** Hoy nos hemos despertado con la buena noticia de que el gobierno presidido por Zapatero se ha visto obligado por las presiones de los mercados financieros a tener que improvisar medidas positivas para crear empleo y apoyar a los pequeños emprendedores: habrá rebajas fiscales para pymes y trabajadores autónomos, se podrán crear empresas en el el plazo de uno a cinco días, se anulará la obligatoriedad de pagar un canon a las Cámaras de Comercio y se considerará empresa de reducida dimensión (que podrá beneficiarse de la disminución en la presión contributiva) a toda aquella que no facture más de 10 millones de euros anuales.
El presidente parece por fin escuchar la dura voz de la realidad
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