domingo, 26 de marzo de 2017

El hombre que revolucionó el arte clásico de torear

 
Una obra maestra de la literatura
 
LA VIDA DE UN TORERO
 
"Juan cree que el primer recuerdo
de su vida es la muerte del Espartero"
 
"Alguien viene y dice: "Un toro ha matado al Espartero". Yo no sé entonces lo que es un toro ni quién es el Espartero, ni lo que es la muerte"
 
"Como a todos los niños a los que se les muere pronto la madre, me dieron —o me tomé yo— un aire prematuro de hombrecito"
 
"En la calle Sierpes se desarrollaba
entonces la vida entera de Sevilla"
 
"Jugaba al toro de una manera natural, como jugaban entonces todos los niños de mi edad"
 
"Conseguí cierto prestigio como torero de salón. Lo toreaba todo: perros, sillas, coches, ciclistas; le daba media verónica y un recorte a una esquina, a un cura, al lucero del alba"
 
 
Edición de Alianza en tamaño de bolsillo
 
"El arte de los toros está tan hecho, tan maduro, tiene una liturgia tan acabada, que el torero nuevo ha de someterse a una serie de reglas inmutables y a una disciplina educadora"
 
"Aquellos rebeldes, de convicciones tauromáquicas insobornables, se dejaban sobornar, en cambio, por un cigarrillo"
 
"Había que ir por las trochas para no tropezar con la Guardia Civil, y no llevábamos capote ni muleta, porque en el caso de ser detenidos, estas prendas nos hubiesen delatado. Se toreaba siempre con una chaqueta"
 
"Nos desconcertó el ataque codicioso de aquel toro imponente, que apenas veía la sombra de un torerillo se precipitaba sobre ella como una exhalación"
 
"—¿Va a poder con nosotros este toro?, —pensé. —¿Pero es que nos va a lidiar él a nosotros?"
 
"Le volví la espalda altivamente y tiré la chaqueta para que torease el que quisiese. ¡Cómo me sonaba en los oídos la ovación que yo mismo me estaba dando!"
 
 
Juan Belmonte
(Sevilla, 1892 - Utrera, 1962)
El valor, la destreza, el arte y la estética
 
"Yo no vivía más que para el toreo. Mi casa iba de mal en peor, y la miseria nos iba a los alcances"
 
"Ya no pensaba más que en el azar de la noche, en sus riesgos innumerables y en el placer de vencerlos"
 
"Íbamos todos como nuestra madre nos parió. Habíamos atravesado el río a nado, para lo cual siempre dejábamos la ropa en la otra orilla"
 
"Era ya costumbre establecida que cuando el guarda venía, nosotros nos íbamos; pero había también el tácito acuerdo de que el guarda no se diese tanta prisa en llegar que nosotros no tuviésemos tiempo de marcharnos"
 
"Era preciso seguir con atención todo el viaje del toro, porque si se despegaba se perdía en la oscuridad de la noche y luego era peligroso recogerlo; como toreábamos con una simple chaqueta, había que llevar al toro muy ceñido y toreado"
 
"El toro, en cuanto se distanciaba un poco, entraba en la zona de sombra y ya no se le veía"
 
 
Juan Belmonte estaba bendecido por los dioses mistéricos: lidió casi 1500 toros a lo largo de su carrera y ninguno logró acabar con su vida
 
"Llegué a creer que veía de veras, cuando no eran mis ojos, sino mis ansias de torear, lo que me hacía adivinar los movimientos del toro perdido en las sombras"
 
"Al tercer lance, el toro no vio el engaño o yo no vi al toro, y en un encontronazo terrible fui lanzado a lo alto: me campaneó furiosamente en el testuz y luego me tiró al suelo con rabia. Allí me quedé hecho un ovillo sin saber dónde estaba. No veía al toro. La noche se lo había tragado"
 
"No me había matado el toro
porque no había llegado mi hora"
 
"Tenía la cara desollada, el cuerpo
magullado y el traje hecho trizas"
 
"Los toros que se lidiaron en aquella corrida fueron tan certeros que mandaron a la enfermería a los tres matadores, uno tras otro"
 
"El que torea bien de verdad, el que es un fenómeno, es ese muchacho: er der Monte"
 
[Fragmentos extraídos de Chaves Nogales, Manuel: Belmonte, matador de toros, Madrid, Alianza, 2012, 3ª edición, (1970, 1ª edición en Alianza bolsillo), (1935, 1ª edición original), (epílogo de Josefina Carabias), pp. 409, pvp: 12'20 euros]
 
 
Manuel Chaves Nogales
(Sevilla, 1897 - Londres, 1944)
Escritor y periodista

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