martes, 30 de junio de 2009

La bestia negra de la corrupción eclesiástica


Martín Lutero a los 46 años de edad en 1529

Retrato de Lucas Cranach el Viejo
(Kronach, 1472 - Weimar, 1553)



EL CISMA DEL 31 DE OCTUBRE DE 1517

A las puertas de la iglesia en el castillo de Wittenberg
un hombre deja fijados noventa y cinco apotegmas
según los cuales especula que la tradición evangélica
se contrapone a la venta de indulgencias del Pontífice.

En efecto, los últimos habrán de ser como el primero
en alcanzar los goces del cielo, tal como el de Eisleben
dictamina. Algunos le precedieron, muchos más le creen,
el perdón es cuestión de la piedad de Jesús para Lutero.

Así lo dejó escrito Saulo en sus cartas a gálatas y romanos,
que no por las obras sino por la fe y la gracia se obtiene licencia
de los errores. León décimo, el abyecto, y su cardenal felón
Cayetano, le exigirían luego retractarse
sin demostración a cambio,
pero el buen Martín se negó a ir en contra de su conciencia
de buen católico: pues nadie se hace mejor,
sino mejor se libra del pecado con el soborno.

(De mi libro Cartapacio de zozobra, Madrid, Edición Personal, 2003, 298 págs.)

Estatua de Lutero en la ciudad alemana de Erfurt

"Lutero en Erfurt"
Pintura de Joseph Noel Paton
(Escocia, 1821 - 1901)

Plaza de Wittenberg con la iglesia al fondo

El actor Joseph Fiennes interpretando a Lutero
en la película homónima del año 2003 dirigida por Eric Till

Puerta de la iglesia de Wittenberg donde Lutero
colocó sus célebres 95 apotegmas

Casa donde Martín Lutero falleció

Monumento a Lutero en su ciudad natal
(Eisleben)

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