lunes, 29 de junio de 2009

Otra mirada a la crisis económica


Este libro es una vuelta de tuerca más en la extensa bibliografía de un autor que me apasiona: Vicente Verdú. He leído otros títulos suyos: Días sin fumar, El planeta americano, Emociones, Señoras y señores: impresiones desde los 50, El estilo del mundo: la vida en el capitalismo de ficción, Yo y tú, objetos de lujo, No ficción, Cuentos de matrimonios, y nunca me ha defraudado como ensayista, aunque he de reconocer que como narrador no está su prosa a la misma altura. Me refiero a la colección de relatos titulada Cuentos de matrimonios. Lo mismo le ocurre a Raúl del Pozo, y no por eso dejo de admirarlos a los dos. La única vez que le noté un ligero defecto me ocurrió mientras leía El estilo del mundo o cuando he visitado su blog: por momentos me pareció el portavoz de la "megapijería", pero qué portavoz. Digamos que dignifica la mentalidad pija si es que él ha de convertirse en su estandarte.
Es un pensador poético a la manera de Ciorán, sólo que carente de su pesimismo, excepto en el libro Señoras y señores: impresiones desde los 50, que te deja con un estado de ánimo depresivo porque describe la realidad que aguarda a quienes cumplan esa edad. Es tan bueno que me atrevería a llamarlo coloquialmente el Pascal Bruckner español o nuestro Jean Baudrillard de andar por casa. Posiblemente es un poeta que no escribe poesía a sabiendas de que es un género donde abundan más los que la practican que quienes la acogen leyéndola. Es un orfebre lingüístico. Y ha creado escuela. Recuerdo vagamente haber leído un primoroso ensayo de un hijo suyo titulado Adulescentes (adultos + adolescentes) o algo así. En el rigor del tratamiento del tema se notaba la mano del padre. Versaba sobre esos jóvenes sobradamente preparados que se resisten a envejecer. En fin, yo mismo no me siento inclinado a los halagos, pero es que tratándose de Vicente Verdú, a quien descubrí hace muchos años en las páginas de la revista dominical del periódico "El País", no puedo más que deshacerme en elogios. Es como si me hubiera educado con su sensibilidad, la agudeza de su pensamiento y el manejo sibarítico, singular y prodigioso, que hace del idioma. Es tan bueno que me siento como un usurpador del espacio que deberían ocupar sus palabras. Así que paso rápidamente a exponer unas cuantas citas de este último libro suyo:

"A medida que el conocimiento aumenta, disminuye la necesidad de consumir."

"Capitalismo y competitividad son neuronas del mismo cerebro. Se compite en la empresa, se compite en el deporte, en la escuela o en el amor."


"Frente al amor por la aventura característico del capitalismo de consumo, la aversión al riesgo característica del posible capitalismo funeral. (...) El equilibrio gana así prestigio frente al déficit, lo mesurado frente al desafuero, lo lineal sobre lo quebrado y el cardias frente a la náusea."


"Si algo caracteriza a la contemporaneidad son los contagios, ya se trate de los virus misteriosos, los cortes de pelo o las restricciones bancarias. La infección global está garantizada y, de la misma manera que los colapsos de liquidez, los estilos flotan o se hunden juntos."



"Junto al gusto siempre presente por saborear lo bello, ha ido deslizándose durante los lúbricos años de especulación un segundo nivel de belleza convulsa que halla su placer en lo maldito y su complacencia en lo aversivo."


"Narcisismo de la igualdad en la sociedad de las diferencias productivas."


"Los bonos basura se han correspondido con las democracias basura."


"La estafa de las votaciones cuatrienales, ejemplo de patéticos ejercicios de simulación, vetustas martingalas para legitimar un poder egotista y, a menudo, inmoral."


"Lo horizontal (redes conectivas) sustituye a la cultura vertical (jerarquizada), la pantalla al libro, la sensación a la concentración. Hoy prácticamente todos los niños son hiperactivos, padecen déficit de atención o trastornos bipolares."


"Con Internet los escritores malos serán igualmente malos, pero al menos su suerte no dependerá del acierto o no de los editores, dicen los principiantes."


"El funeral del capitalismo es sin distinción el fin de una época, puesto que lo fracasado no es un orden de desarrollo económico o social sino el desarrollo del orden conocido."


"De la misma manera que el Dada y Duchamp acabaron con la seguridad del sistema del arte, la Gran Depresión de 1929 acabó con la seguridad del sistema económico."


"Algo tan extraordinario como hermoso de esta crisis es su personalidad incalculable. (...) Su incalculabilidad forma parte de su identidad."



"La mala calidad de la vida urbana se corresponde con la mala calidad de la salud, la mala calidad de la educación, la mala calidad de la justicia o la democracia. Los gobernantes, los catedráticos, el lenguaje, los jerséis, los guantes, los salarios, las relaciones de pareja, todo se halla rebajado o en plena liquidación."


"El mismo reino de lo rebajado, próximo a la basura, ha contagiado al cine, la pintura o la arquitectura, y no digamos ya a los bodrios literarios (...) que circulan entre la alegre acogida del público."


"Ser un individuo civilizado comporta vivir tembloroso sobre un consciente estado de alarma."


"La obsesión de la crisis posee tal espesor que es imposible separar el sentimiento de la crisis de la crisis en sí misma."


"Agranda el problema y hallarás su solución, decía Churchill."


"Una crisis puede ser parte del vaivén preestablecido o puede ser, como en el caso actual, una depresión tan profunda que altere el carácter de la evolución y convierta lo que sería un soportable revival en una demolición irreversible."


"La superespeculación o metástasis general del valor: cada objeto con valor sería un espejo de referencia que refleja el valor de otro que especula su valor sobre otro y así sucesivamente." (Ésta sería la fase fractal del valor, según Baudrillard).


"Durante la Primera Guerra Mundial un 5% de las víctimas fueron civiles, en la Segunda Guerra Mundial llegaron al 66% y en todas las guerras recientes la cifra se ha elevado hasta el 80 o el 90%."


"Para volver a la vitalidad financiera es preciso sumar al moribundo sistema de financiación una financiación obtenida del mismo sistema de financiación."



"Todos venimos y vamos a la banca, todos estamos endeudados."

"El dinero que entregamos nos reduce, la tarjeta que exhibimos nos acredita."


"Para el poseedor de la tarjeta las cosas, una a una o en conunto, no tienen precio en sentido estricto, sino un grado mayor o menor de resistencia a la capacidad de endeudamiento que fija la tarjeta."


"(El dinero es) el dios de las mercancías, decía Marx, puesto que él las representa a todas."

"Entre los seres humanos existe un tipo de intercambio que no proviene del conocimiento, y ni siquiera de la carencia de conocimiento, sino de la nula aspiración a saber (John Kenneth Galbraith, El crack del 29)."


"La pantalla del ordenador, el último alvéolo de la intimidad."


"La ignorancia actúa como la regla que domina la situación (...) y segrega una incertidumbre permanente."


"En conjunto, el universo productivo ha pasado de lo más sólido y pesado a lo intangible y translúcido, de Bessemer a Bill Gates, de Lenin a Steve Jobs, de las tupidas trenzas de Mata Hari a los imaginarios del photoshop."


"El nihilismo de los mercados de capital sin regular convierte el bienestar en un simple efecto secundario de la actividad de un casino, decía John Maynard Keynes."


"Tres cuartas partes de las necesidades que existen en el mundo (dice Kurt Heinzelman en La economía de la imaginación) son románticas, están basadas en visiones, idealismos, esperanzas, vicios, pecados y afectos."


"El mundo que se asomó al 2000 era de una naturaleza anoréxica y deliberadamente trivial, más inmaterial que material, más ambiguo que concreto, más transparente que opaco."


"(En comparación con el inicio del siglo XX, en el alborear del siglo XXI tuvimos) frente a las ruidosas toneladas de la producción industrial, el sigilo de la informática; frente al zumbido de las turbinas, los distantes satélites de información; ante las llamaradas de los altos hornos, el helado fulgor de las pantallas."


Vicente Verdú Maciá
(Elche, 1942)

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