Las horas pasan contritas en el apartamento número cincuenta
y nueve del bulevar de Beaumarchais, esperando la reparación
de la injusticia, no la limosna, aguardando la devolución
de los bienes confiscados por el rey absolutista tras la revuelta
del motín de Aranjuez. Fernando VII, el Deseado, glotón
de servidumbre, no le perdonará nunca haber sido desplazado
de las decisiones de gobierno o haber sido el amante
repantingado con su madre. Godoy mastica en silencio los años
en que a su cámara llegaban de todos los lugares de España
gentes de todas las clases y condiciones para rogar sus favores,
teniendo que ofrecerle a cambio las hijas, esposas o hermanas
para el regocijo de su Excelencia "el Choricero de Cáceres".
el castillo gabacho de Montigny-le-Ganelon o la marsellesa
mansión lujosa de Saint-Joseph, el carísimo hotel Estienne d´Orves
en Aix-en-Provence o los palacios de Compiègne y Fontainebleau.
de la rúa de La Michodière. La huida en un coche arrastrado
por seis mulas, custodiado por militares franceses hasta Bayona
desde Chamartín, tuvo que hacerla agazapado para evitar
la ira de los españoles del pueblo llano, hábilmente manejados
por la aristocracia para liquidar al que sin cuna había ido
acumulando todo cargo imaginable. Godoy hace repaso.
Palacio de Fontainebleau
mancillado de una trayectoria implacable. Fue generalísimo,
tuvo a su mando todos los ejércitos y apenas conquistó
algunas ramas de naranjos tras la frontera en Elvas. Codició
dotes, títulos, joyas, obras de arte, tierras, ganado, posesiones,
unión morganática con la realeza de los Borbones, y todo
lo obtuvo de la dilatada generosidad vaginal de la reina.
María Luisa de Parma, la mujer que ascendió a Godoy
Óleo de Anton Raphael Mengs
(Bohemia, 1728 - Roma, 1779)
Bailarinas, actrices, campesinas y damas de la belleza fueron
golondrinas de paso por su alcoba. Siempre trató de deslumbrar
con los ornamentos de sus habitaciones. Conocía a los hombres
y despreciaba su roce tratando de estar siempre por encima suyo.
Apoyó la lírica para engrandecerse en las loas de los vates.
Manuel Godoy tras "La guerra de las naranjas"
Francisco de Goya y Lucientes
(Fuendetodos, 1746 - Burdeos, 1828)
Supo que el poder sólo se doblega ante la fuerza y desoye
las súplicas de los más débiles. Ascendió sin conciencia de los robos
que significaban las dádivas borbónicas. Desde los veinticuatro
años de edad fue gentilhombre de cámara y mariscal de campo
en la cama de María Luisa de Parma, esposa de Carlos IV.
Fernando VII, hijo de María Luisa de Parma y Carlos IV
(1814)
Óleo de Vicente López Portaña
(Valencia, 1772 - Madrid, 1850)
La nobleza no podía soportar las vejaciones que suponía
cada engrandecimiento: caballero de la Cruz de Carlos III,
marqués de la Alcudia y superintendente general de Correos,
Collar de la Orden del Toisón de Oro y Cruz de la Orden de Malta,
Gran Cruz de la Orden de Cristo, coronel de la Infantería Suiza,
Secretario de Estado, gran general de las armas de Mar y Tierra,
conde de Sueca, amén de grande de España. Almirante de Indias
protector del Comercio Marino, decano del Consejo de Estado,
conde de Castillofiel, príncipe de paz, brigadier de Caballería,
padre de los infantes Francisco y María Isabel, atribuidos
a su rol con María Luisa. La plebe lo zarandeó y trató
de ajusticiarlo. Le golpearon con un cayado en la espalda,
le tiraron una piedra a la nariz y le acuchillaron la cara.
Dos noches anteriores las pasó escondido comiendo pan y pasas.
Motín de Aranjuez, caída y prisión de Godoy
(Grabado del siglo XIX. Patrimonio Nacional)
Fue la sed lo que le obligó a delatarse ante un soldado de Corps
que dio la voz de alarma. Encarcelado en el Torreón de Pinto
y en la fortaleza de Villaviciosa, conoció los sinsabores
del desaseo: piojos, chinches y ratas. Él, que había departido
con la flor y nata de toda una nación y se había medido
con Talleyrand, incluso Murat (duque de Berg) o el general Dupont,
descendió de lo más alto para caer más bajo de donde había
partido. Con ochenta y cinco años, siendo ya reina Isabel,
fue restituido fútilmente de las propiedades que le arrebataron.
cuando Carlos X huyó a Inglaterra como lo que era: un cobarde.
Pensó que regeneraría la savia de la realeza fundando
su propia dinastía española, comenzada con el reinado de Algarve
y Alentejo arrebatado a los portugueses por sus manos.
Godoy fue el clásico sinvergüenza que llenaba su boca con la palabra patria y los bolsillos con las riquezas que le robaba. Si por él fuese se hubiera apoderado de toda España
Óleo de Antonio Carnicero Mancio
(Salamanca, 1748 - Madrid, 1814)
Hoy no tiene dinero ni para una lápida. Le corroen temores
y deudas. Descansa sin paz definitivamente en el cementerio
de Père Lachaise a cuyas exequias no fueron la Tudó ni Carlota,
sólo Manuel Luis y algún nieto en la más parca de las ceremonias.
Busto de Godoy con repugnante aspecto neroniano
Escultura de Juan Adán Morlán
(Tarazona, 1741 - Madrid, 1816)
Monsieur, genial nuevamente. Me gusta mucho cuando dedica usted el texto a algun personaje. No solo lo explica usted muy bien, sino que le da una extraordinaria belleza, por lo que el deleite es doble.
ResponderEliminarY por cierto que una imagen muy parecida a esa de Fontainebleau la tuve yo un tiempo como fondo de escritorio. Es uno de mis lugares favoritos.
Buenas noches, monsieur Andres
Bisous
Es una lástima que muchos de los políticos que ahora nos desgobiernan no aprendan esta historia, les vendría bien.
ResponderEliminarJohn W.