Acabo de leer la novela histórica de Isabel Barceló titulada Dido, reina de Cartago y me ha hecho bien. Ha sido como si hubieran representado para mí en un teatro una historia de la que tenía un recuerdo vago. La trama comienza de modo intrigante: la reina Dido tiene que huir de la ciudad de Tiro al saber de los planes que su hermano Pigmalión le oculta para destronarla. Ya ha asesinado a su esposo Siqueo y la próxima en caer va a ser ella, si no se da prisa en hacer algo. Opta por la huida con un pequeño séquito de fieles, arriba a las costas de la actual Túnez, que son propiedad de un libio sanguinario (el rey Yarbas) y obtiene el beneplácito de fundar lo que será el germen de la futura Cartago.
Aquí entra en escena la matemática Teane, que consigue un mayor espacio para la fundación de la ciudad nueva. Yarbas había ofrecido el terreno que ocupase una piel de toro y Teane se las ingenia para sacar el mayor partido posible cortando en tiras el cuero y haciendo una larga cuerda. Más tarde hará acto de aparición el gran príncipe troyano Eneas, al que se le da un tratamiento de hombre capaz de causar la fascinación de un semidiós por su apostura y belleza. Tiene una madre, Venus, que lo protege, mientras Juno trata de hundir su carrera. Eneas proviene de la destruida Troya y lleva encomendada la misión de continuar su estirpe fundando una nueva urbe que a la larga se convertirá en Roma.
Aquí entra en escena la matemática Teane, que consigue un mayor espacio para la fundación de la ciudad nueva. Yarbas había ofrecido el terreno que ocupase una piel de toro y Teane se las ingenia para sacar el mayor partido posible cortando en tiras el cuero y haciendo una larga cuerda. Más tarde hará acto de aparición el gran príncipe troyano Eneas, al que se le da un tratamiento de hombre capaz de causar la fascinación de un semidiós por su apostura y belleza. Tiene una madre, Venus, que lo protege, mientras Juno trata de hundir su carrera. Eneas proviene de la destruida Troya y lleva encomendada la misión de continuar su estirpe fundando una nueva urbe que a la larga se convertirá en Roma.
Estatua de mujer
(Museos Capitolinos de Roma)
Entretanto, Cupido ha lanzado un dardo por la espalda a la reina Dido, quien irremisiblemente queda enamorada del troyano a pesar de haberse juramentado a sí misma no amar a ningún otro varón después de que su hermano Pigmalión torturase y matase a su marido Siqueo. Prosiguen unas escenas de encendida pasión que no podrán detener la idea fija del héroe virgiliano. La historia acaba con una mujer de gran altura moral, la reina Dido, que se sacrificó huyendo de la urbe fenicia de Tiro, en la que reinaba, para evitar un derramamiento de sangre. Una gran mujer que, además, se quitó la vida para esquivar un matrimonio forzado con el rey Yarbas, quien la pretendía para sojuzgar de ese modo a su reducido círculo de cartagineses.
"Eneas contándole a Dido el desastre de Troya"
(1815)
Pierre-Narcisse Guarin
(Francia, 1774 - 1883)
Por supuesto que este final trágico está aderezado con la posibilidad de que fuera la partida de Eneas quien la desencadenara. Y aquí entra en escena la lección de que cuando el hombre obtiene el fruto de lo que ansía se cansa. Inmediatamente después de Eneas hacer el amor con Dido, ella parece volverse transparente para él. Es como si mirara a través de su carne, más allá, lleno de tribulaciones, fijando la vista en el horizonte. Así ocurre porque a Eneas le obsesionaba la creación mitológica de un futuro imperio, el romano, que iba a dominar todo el orbe conocido hasta entonces.
"Suicidio de Dido"
Claude-Augustin Cayot
(Francia, 1667 - 1722)
Magnífica novela, valiente recreación de un mito que el poeta Publio Virgilio Marón apuntó en su Eneida. Hay que tener muchos conocimientos de cultura clásica para atreverse a escribir con tanto amor sobre una época tan remota sin cometer ningún desliz histórico. Está narrada con una prosa llana y dulce como debe ser el carácter tranquilo de una historiadora. He sido feliz navegando por las aguas de sus páginas en las que me parecía ver a la resplandeciente Dido como si yo fuera un pobre súbdito suyo en el que ella no reparara.
Busto masculino
(Museo de las Termas de Diocleciano en Roma)
FRAGMENTOS TEXTUALES QUE ME ENCANTARON
"El olvido (...) sólo consigue hacer interminable el reguero de agravios."
"Nadie conoce la voluntad de los dioses, hijo mío, hasta que se ha cumplido. Y para entonces no hay remedio que valga."
"No se ha inventado una balanza para pesar las culpas en los conflictos humanos."
"Hay dolores tan hondos que no se pueden pronunciar."
"Las guerras producen muchas riquezas y siempre hay desaprensivos dispuestos a invertir en ellas grandes sumas."
"La tortura no deshonra al torturado (...) sino al torturador."
"La justicia es una condición necesaria para la paz."
"¡La verdad! Vaya una palabra pretenciosa. Todo el mundo dice conocerla y es la gran desconocida."
"Dale un arado a un griego y lo verás labrar como cualquier otro hombre. Dale la palabra, ¡y construirá un mundo ante tus propios ojos!"
"El puerto de Tiro ardía de rabia y de antorchas."
"Según Trailo (poeta troyano), Eneas llevó siempre en su corazón a Dido."
"Pero no hay nada en el mundo capaz de suplir a un esposo cuando se le ama."
"Aquí no tenemos reyes. (...) No nos gustan."
"Dido construye Cartago"
Joseph Mallord William Turner
(Londres, 1775 - 1851)
"No pertenezco a ningún sitio ni creo que ningún lugar me pertenezca. No me atan las fronteras y las leyes."
"Un sistema que sólo permite comer a los ricos: ¿merece, en tu opinión, alguna clase de alabanza?"
"Una nueva ciudad debe tener un recuerdo y una raíz con los cuales prestigiarse."
"Las palabras son muy poderosas si se saben manejar."
"El oráculo es una respuesta directa del dios. Y a un dios no se le preguntan tonterías."
"El principio será el fin. El fin llegará de la misma mano que el fin del principio. Hablarán los siglos."
"A los favores no se les pone precio."
"El mar es traicionero en todas partes. No en vano es el reino de Neptuno, un dios de humor antojadizo."
"Los rasgos de su cara no eran hermosos, pero hubieran resultado agradables de haber estado iluminados por alguna alegría."
"Una mujer decidida siempre constituía un peligro."
"¡Vas listo si te crees que la edad nos protege de las pasiones...!"
"¡Si el amor se muriera con las personas, se habría acabado el mundo, mi reina!"
Ruinas romanas de Cartago
("Ciudad nueva" en el idioma de los fenicios es "Kart Hadasht", vocablos de donde deriva la palabra "Cartago")
"Los pájaros detuvieron el vuelo y el mar acalló sus olas."
"A los dioses les importamos un rábano."
"Todo el mundo sabe que un matrimonio es lo más parecido a una guerra."
"Se le salen por las orejas las ganas de presumir de su prosa. Pues por mí, que la lea."
"¿Quién de nosotros no ha sufrido, quién no ha visto padecer a los suyos?"
"Las palabras bellas saben ser muy engañosas."
"Estamos muy expuestos al olvido y tengo buenas razones para temer que sólo perduren las mieles de la poesía."
Amazona
(Museos Capitolinos de Roma)
"Antes matan a una amazona que la casan. Ellas viven sin hombres, se aparean un mes al año y nada más."
"Sabemos cuán amarga es la incertidumbre, la angustia de vivir atrapados entre el cielo y el mar y cuántas veces el corazón se desespera."
"¿Qué somos los mortales sino instrumentos en manos de los dioses?"
"Exhibir demasiada opulencia no es de buen gusto."
"Hay, frente a las playas de Troya, una isla llamada Ténedos."
Eneas herido en una pierna durante el asedio de Troya
(Fresco pompeyano del siglo I d. c.)
"La barbarie es muda, ciego el dolor."
"Hasta lo más hermoso, reina Dido, tiene la capacidad de herir."
"El amor quema. Crea y destruye. Da vida y también la quita."
"Dime: si pudo abandonar a la madre de su hijo, ¿cuánto le costará abandonar a otras mujeres?"
"El amor es como el mar. No puedes fiarte de él, aunque te creas un marinero experto."
"Me repugnan los seductores de mujeres que, una vez satisfechos sus instintos, se vuelven contra ellas."
¿Es generoso pretender coartar la libertad de los demás? Si un día me acogiste, ¿habré de ser siervo tuyo toda la vida?"
"Dido's death"
("Muerte de Dido")
Sir Joshua Reynolds
(Devon, 1723 - Londres, 1792)
"¿Qué pecho no quedó desgarrado por la tragedia aquella noche, qué corazón no se rompió?"
"No conozco a ningún hijo que obedezca de inmediato a sus progenitores."
"En cuanto a ser recordados... no siendo reyes ni grandes generales, nuestras vidas y nuestros actos carecen de interés."
Yo la lei en cuanto estuvo en las librerias, por supuesto. Magnifica novela, monsieur, y espero que la primera de una larga serie que aun habran de salir de la pluma de madame Isabel.
ResponderEliminarQue gran descubrimiento!
Por cierto, e importante: creo que no ha recogido usted aun la participacion de loteria que le dejé en mi blog. Ayer llegó usted justo cuando acababa de cambiar la entrada, pero la papeleta sigue ahi para que usted formalice su participacion si lo desea.
Feliz dia, monsieur Andres
Bisous
Gracias por invitarme a pellizcar la suerte, apreciada y distinguida madame. No voy a jugar a ese número. Vuesa merced sabe que mi corazón está con el suyo, pero la diosa Fortuna se ha empeñado en separarnos a los dos. Y nada puedo yo, simple mortal, contra los designios de los dioses. Debería hacer lo mismo que la reina Dido al ver que usted se aleja cada vez más de mí.
ResponderEliminarBonito análisis del libro de nuestra querida Isabel Romana.
ResponderEliminarMagnífico tu blog, lleno de talento y sensibilidad.
Un saludo.
Puede estar contenta la amiga Isabel con su extenso y cariñoso comentario, poético y meticuloso, sabroso diría, a su obra "Dido", de la cual espero gozar en breve, tengo una inmensa curiosidad, porque conozco como escribe y como nos hace soñar y vivir el pasado clásico. Usted le rinde homenaje merecido, nos vemos !salves!
ResponderEliminarEstá entendido, querido amigo. Un abrazo muy fuerte.
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