viernes, 18 de marzo de 2016

Porque no sólo de pan deberían vivir los hombres

   
 
 Cuando uno mira las listas de los libros más vendidos en España
comprueba hasta qué punto ha decaído nuestra civilización
 
QUE LEAMOS
 
Dentro de las crónicas que envían desde Puerto Rico los compañeros que cubren el Congreso de la Lengua llega un campanazo del escritor Eduardo Mendoza: «Me da igual que la gente no lea». Apoya esa indiferencia en la certeza de que la mayoría de los libros que se publican «son una birria». Tiene razón. Hay demasiada nadería impresa, ejemplares sin porqué ni condición. Quienes más publican casi siempre son los que no tienen nada que contar. No es una norma, pero se ajusta peligrosamente a lo real. Aunque decir que hay demasiada literatura de herbolario, sin gracia y sin desgracia, es una obviedad tan vieja como la imprenta. Otra cosa es lo de leer.

 
 
Eduardo Mendoza
(Barcelona, 1943)
Uno de los pocos grandes escritores que quedan en activo

Leer es más importante que escribir. La lectura renueva el pensamiento y el agua mental de las palanganas viejas. Es útil para estar mejor enclavijado al mundo y se protesta con más soltura después de agarrarse a unos párrafos bien escogidos. Entrena el olfato para entender que la mediocridad se esconde con frecuencia en lo confortable. Leer no vale sólo para hacerse viejo como un fichero, sino que enseña a barajar las ideas contrarias y darle así cuerda a las propias. Sin olvidar que también hay grandes coñazos de la literatura universal, pero de que la gente lea vive un poco Eduardo Mendoza.
 
 
 Primero se hundió la formación de los jóvenes con desastrosos planes educativos, y a continuación vino gradualmente el desastre de la degradación literaria, cuando no algo incluso peor: el vacío
 
Si en la política española se leyera no tendríamos tanto tópico de baúl, tanto discurso maquinal y hortera. No digo que fuesen mejores, pero sí más solventes. También sucede entre los escritores, pues sé de algunos que han escrito más libros de los que han leído. Y han escrito dos o tres. Leer también revela estos detalles. Y de paso suma vida. Digo leer cosas de verdad, de las que ayudan a descreer e incrementan a la vez el entusiasmo. Eso se aprende con el tiempo. Igual que lo bueno o lo malo lo decide cada cual, sobre todo si ha leído lo malo. Hay algo de vuelo largo (y de volarse uno la cabeza) cuando enganchas unas páginas potentes. Por eso hay que leer, porque cura de morirse los domingos por la tarde. Y los lunes. Y los martes. Y los jueves como hoy. Porque leer es otra forma de escribirse la vida. Tú lo sabes, Mendoza, no me jodas.
 
(Artículo de opinión escrito por Antonio Lucas y publicado
por el periódico "El Mundo" el jueves 17 de marzo de 2016)
 
 
Antonio Lucas
(Madrid, 1975)
Un excelente periodista y poeta aun mejor

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