miércoles, 2 de marzo de 2016

Una película concebida a la manera taylorista

 
Este "thriller" se desarrolla en 81 minutos
 
THE CULLING
(EL SACRIFICIO)
(2015)
 
Rustam Branaman no va a poder sustentar una prestigiosa carrera en el cine dirigiendo películas como ésta. Incluso podría decirse que con el guion del que disponía se pudo haber hecho una mucho mejor. Cinco jóvenes se dirigen a un concierto de rock cuando encuentran perdida a una niña en una gasolinera donde paran para repostar combustible y comestibles. La niña abrazada a una muñeca resulta inquietante. La inverosimilitud de que se encuentre allí sola, sin sus padres, hubiera aconsejado mejor llamar a la policía pero claro, de ser así, la historia no hubiera podido seguir adelante.
 
 
Harley Graham muestra dotes de actriz interpretando a la niña Lucy
 
Los adolescentes se ofrecen para llevarla a casa. Nada más llegar hallan la vivienda vacía y una habitación llena de muñecas rotas,  mientras que de vez en cuando se oyen unos ruidos alarmantes. Con estas premisas la película prometía mucho. Lamentablemente, las expectativas irán siendo defraudadas poco a poco. Los chicos charlan alegremente en el jardín de la mansión y vamos sospechando que irán muriendo uno tras otro al estilo de la saga de “Viernes 13” (12 películas a partir de la primera estrenada en 1980).
 
 
Linsey Godfrey le pone ganas pero no consigue ser convincente
 
El bajo presupuesto influyó en que las apariciones sobrenaturales consistieran en una especie de humareda negra que penetra por la boca de las víctimas. Ahora bien, es un error del guionista que la inhalación de ese humo no produzca efecto alguno en quienes lo aspiran. El espectador espera que se transformen en una especie de zombies monstruosos, pero en realidad es como si no hubieran tragado nada. Se quedan tal cual estaban.
 
 
Elizabeth Di Prinzio en el papel de Emily estuvo más que aceptable
 
Los padres aparecen comportándose de manera hospitalaria en un principio y revelándose como seres malvados al final. La niña va quedando relegada de la trama hasta que en un momento su reaparición provoca un mortal accidente de tráfico, justo cuando la pandilla de chicos trata de huir de la mansión. El problema es que lo que nos hace sentir este film en lugar de miedo es compasión por los personajes que van cayendo asesinados. Es una película sin garra, fabricada como una morcilla en serie. De hecho, el final es el adecuado para una continuación que se hará, sin lugar a dudas, incluso aunque el más que probable batacazo en taquilla les haga pensar a quienes la produjeron en otros actores y otro director.
 
(Reseña escrita por Andrés González Déniz)
 

Brett Davern interpretando a Sean y Chris Coy haciendo lo propio con Hank fueron incapaces de elevar el tono gris del film a una mayor altura

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