[Braun, Eva: Cartas a Hitler (Berlín, 1945), Madrid, Editorial Funambulista, 2016, (edición y notas de Rafael Sierra), (postfacio de Ramón Vilardell), 279 páginas, precio: 16 euros]
NOTITAS PARA EL QUERIDO ALFIE
Éstas son las supuestas cartas que escribió Eva Braun y
conservó Alger Naumann, hijo del que fuera edecán personal de Hitler en el
búnker de Berlín, Theobold Traugott. Si son ciertas, resulta raro que se le
entregaran al director de una editorial pequeña como “Funambulista”; si no lo
son, demuestran un ejercicio de estilo y reconstrucción histórica encomiable
por su prosa emotiva, de ritmo pausado, y su sencillez. En caso de ser un
invento literario, y tiene todas las trazas de serlo, habría que atribuírselo
al que aparece como anotador de los textos, el profesor de Geografía e Historia
y escritor, Rafael Sierra.
Rafael Sierra Pérez
(Ámsterdam 1963)
Escritor, maestro y licenciado en Humanidades
Hay más sospechas para pensar que
estamos ante un ingenioso truco de prestidigitación verbal. Una de ellas es que
Eva Braun se propone a sí misma como compañera de cama de Hitler (página 77: “Bien es cierto que, apenas pasados unos
instantes, las pesadillas te asaltan y entonces te oigo gemir y estremecer
hasta que finalmente caes en un estado de duermevela en el que adivino que no
estás despierto, pero también sé que tampoco estás dormido”), cuando
sabemos por otros testimonios como el de las memorias (tituladas Hasta el último momento) de Traudl
Junge, la secretaria de la Cancillería del Reich, que Hitler y Eva Braun durmieron
en habitaciones separadas durante toda su estancia en el búnker berlinés.
Eva Braun con un schnauzer negro originario de Württemberg y Adolf Hitler con su perra de raza pastor alemán llamada "Blondie" en la residencia veraniega del Berghof en los Alpes bávaros
Quizá la prueba más elemental de
que estamos ante un engaño sea que no aparece en los créditos del libro ni en
el prólogo el nombre del traductor de las epístolas al idioma español. Teniendo
en cuenta que en España apenas se lee y es muy difícil rentabilizar la edición
en papel de un libro, no creo que debamos tener a mal que hayan urdido esta estratagema
para conseguir un best seller.
Después de todo, el contenido de las cartas es muy creíble, especialmente si
pasamos por alto que la verdadera Eva Braun era una mujer más bien inclinada
hacia el deporte y no disponía de muchas luces ni dotes para la escritura. En
todo caso podríamos colegir que, si una persona como ella, con el cerebro de
una mosca, fue capaz de escribir de manera tan amena y concisa, entonces lo que
ocurre es que el nivel de redacción en el actual panorama educativo, en comparación
con épocas pretéritas, ha descendido hasta cotas irrisorias.
Ernst Röhm (Múnich, 1887 - 1934), célebre por sus orgías gays, fue uno de los grandes amores del Führer que acabó, como tantos, en traición: Hitler ordenó asesinarlo en su celda porque Röhm quería sustituirle en la cúspide del poder militar insistiendo en integrar el Reichswehr (el ejército) en las SA (Sturm Ab Teilung: "Sección de Asalto")
El corpus textual se divide
ordenadamente en 22 cartas con una especie de prefacio al inicio y unas notas
sueltas al final a las que se añade una confusa e incompleta misiva con la
orden de Hitler para que incineren su cadáver junto con el de Eva. Para
tratarse de una farsa literaria, desde luego, hay que reconocer que Rafael Sierra
ha pensado en todo. Y por si le supiera a poco, el lector puede contar además
con un postfacio en el que un filósofo catalán, Ramón Vilardell, se recrea
meditando sobre las causas del nazismo y su identificación con las razones de
ser de la modernidad, a saber: el afán de dominio de la naturaleza (los nazis a
través de su ideología y maquinaria de guerra, nosotros a través del
materialismo y la tecnología).
Hitler en el Berghof con Eva Braun tras un almuerzo y el pase de alguna película que le gustaba comentar con sus invitados. El sopor que le provocaba la comida no era nada comparado con la somnolencia que le producía la sola idea de acostarse con una mujer
Se nos plantea como un misterio
el suicidio de Geli Raubal y se nos oculta cuidadosamente que una hipótesis
pudo ser sencillamente ésta: la muchacha adoraba a su tío de manera incestuosa,
y se mató al descubrir que era homosexual, siéndole imposible por tanto abrigar
fantasías sobre su progresión como pareja. Fuera o no éste el motivo de su
oscura muerte, la verdad es que las cartas no reflejan, para satisfacción de
Hitler, que siempre quiso ocultarlo a toda costa, la condición homoerótica del
Führer demostrada por Lothar Machtan en su libro El secreto de Hitler, la doble vida del dictador (Barcelona,
Planeta, 2001). ¿Tan difícil es entender que Hitler no quería saber nada de las
mujeres y por eso disimulaba afirmando en sus mítines que su único amor era
Alemania? ¿No se comprueba con el hecho de que se casó la noche antes de
suicidarse cuando ya había experimentado el cianuro el día anterior con su
perra Blondie, lo que demuestra sus intenciones de matarse al día siguiente?
Angelika "Geli" Rubal, Adolf Hitler y Elfriede "Friedi" Raubal.
La primera se suicidó probablemente al sorprender a Hitler en el lecho con otro hombre, o bien fue objeto de un crimen de Estado simulando un suicidio por orden de Hitler, quien a toda costa quería ocultar sus inclinaciones sexuales a un mundo que entonces no las aceptaba
Lothar Machtan aporta pruebas escritas de cartas enviadas por un amante de Hitler
que lo extorsionaba desde Estados Unidos para que le enviara dinero si no
quería que lo delatase. Los informes de los altos mandos en la I Guerra Mundial
sobre su comportamiento hablan de escarceos sexuales con compañeros de tropa en
graneros. Pero, claro, Rafael Sierra no tiene por qué haber consultado este
libro. Es imposible leer todo lo que se haya impreso aunque se trate de un tema
acotado. La bibliografía sobre la II Guerra Mundial es inabarcable, y a lo
mejor al ocurrente Rafael Sierra se le escapó esta investigación o la descartó
porque no le venía bien a sus propósitos de crear un devastador drama wagneriano
romántico.
(Reseña escrita por Andrés González Déniz)
Adolf Hitler y Rudolf Hess: dos hombres que juntos escribieron en la cárcel el "Mein kampf" ("Mi lucha") después del putsch de Múnich en 1923. Hitler dictaba mientras Hess escribía. Más que probablemente ambos compartieron celda y cama también al quedar en libertad
Muy buena ctítica del libro. Les invitó a que adivinen si es cierto o no.
ResponderEliminarEstoy seguro que son lectores inteligentes.
Un saludo.
Rafael Sierra