domingo, 7 de marzo de 2010

En el reinado del prodigioso Fénix de los Ingenios



¿DE CUÁNDO ACÁ NOS VINO?

(Comedia de Lope de Vega estrenada en 1615)


Acabo de ver una de las mejores obras de teatro que se puedan representar sobre un escenario y tengo el orgullo de que su director sea canario. Se llama Rafael Rodríguez y no tenía ni idea de que existiera. Estuve a punto de no acudir por el agotamiento acumulado del trabajo, los compromisos futbolísticos de mis hijos, las labores a realizar en casa y todo ese revoltijo de tareas cotidianas que nos obligan. Menos mal que fui. Se trata de una comedia que coloca a Lope de Vega a la altura de William Shakespeare y aun por encima. ¡Qué maravilla de versos compartidos y engarzados por el diálogo! ¡Qué presteza en el decir, cuánta precisión y gracia en el lenguaje! Ahora comprendo mejor que nunca la tristeza que debió sentir Cervantes al entender que el éxito de Lope como dramaturgo era inalcanzable. O la envidia que despertó entre los escritores coetáneos que en vano intentaron emularle.


Ernesto Arias (Beltrán) y David Boceta (Leonardo)

Lope es un monstruo de perfección, un portento que no deja nada al azar. Con esta obra, que desconocía por completo, mi imagen de Lope se ha agigantado hasta extremos incalculables. No hay medida para el talento de este autor, no existen premios con que agradecerle su trabajo, no hay dinero en el mundo para pagar tanta excelencia literaria. ¡Cómo ha elaborado la trama, cómo ha manejado los personajes, cual si fuera un dios que los creara y jugase con sus aspiraciones! ¡Cuánta belleza verbal, qué dominio de la intriga! ¡Y cómo nos hace reír ante lo que vemos representado, que era el Madrid del siglo XVII, pero también nosotros mismos!


Pepa Pedroche, David Boceta y Eva Rufo

Fui remolón al Teatro Cuyás del que me había ausentado durante dos temporadas por los agobios de mi profesión y las responsabilidades familiares. No había perdido el amor al arte inspirado por las musas Talía y Melpómene. Al contrario, lo añoraba como la expresión artística más grande, junto con la ópera. Me sentía raro, pensaba que podría tratarse de una adaptación salvaje al estilo de la que hizo el gallego Damián Beneyto hace años con "La vida es sueño" de don Pedro Calderón de la Barca. Tuve suerte. No había colas en la entrada y la incertidumbre en la butaca solamente duró cinco minutos. Nada más comenzar, la música barroca melificó mis oídos mientras un amplio elenco de actores bailaba sobre el escenario atreviéndose incluso a cantar. El violín, la guitarra, el cello y el archilaúd me reconciliaron con el arte escénico en mayúsculas. Me estaban dando más de lo que pagué antes de entrar. Faltaba ver si el desarrollo de los acontecimientos seguiría a la misma altura, y superó todas las expectativas más exigentes que pudiera albergar.


Doña Bárbara (Pepa Pedroche) y Leonardo (David Boceta)

Lope retrata el espíritu del español fanfarrón con dos soldados que obtienen licencia en Flandes para volver a Madrid, esa villa que se ufana de ser la Corte. Uno de ellos, Leonardo, será el protagonista. Lo interpreta el actor David Boceta en un alarde de prestancia, belleza y gesticulación. Ignoraba que en España hubiera un actor de tanto carisma y tan joven. El papel que hizo estuvo pleno de fuerza y credibilidad. Para colmo, su atractivo físico encajaba perfectamente con su cometido. Me recordó a Paul Newman haciendo de Buffalo Bill para el cine en cuanto a energía y donaire. Su compañero Beltrán fue interpretado por Ernesto Arias con un toque sanchopancesco oportunísimo. Podría mostrarse su actuación como un ejemplo de cómo se debe actuar en una escuela de arte dramático. Estuvo en su sitio como una especie de Pancho Villa a sus anchas.


Pepa Pedroche, Joaquín Notario (el capitán Fajardo) y Eva Rufo

Estos dos pillastres falsificaron una carta para poder hacerse pasar por familiares del capitán Fajardo, de manera que pudieran ser hospedados en casa de su hermana Bárbara y aprovechar la ocasión para cohabitar con ella y su hija Ángela. A partir de aquí se desenvuelve un lío de pretendientes que compiten con ellos por los favores de la sobrina del capitán, hasta que el señor Fajardo regresa y descubre el engaño. Los soldados consiguen calmarle y hacerle ver las cosas al revés. Todo se dirige entonces hacia un final feliz, aunque no exactamente como hubiera deseado doña Bárbara, quien pretendía al galante Leonardo y tendrá que conformarse con Beltrán, su compañero de embustes. Joaquín Notario, en el papel de capitán por los tercios de Flandes, fraguó una actuación que parecía hecha a hierro forjado: contundente e impecable. Pepa Pedroche ejerciendo de Bárbara parecía una actriz de las que ya no quedan, de las de antes, con una mimética capacidad para reflejar cualquier estado de ánimo con elegancia y proyección al público.



Estos actores llevaron el arte del teatro a la cúspide

Los aspirantes a la mano de Ángela lo hicieron de tal modo que parecían los galanes de la obra y demostraron estar sobrados para encabezar cualquier reparto por difícil que se les ponga. Ángela no tenía la hermosura brillante que el espectador esperaría de una estrella, pero en su papel se trataba de que la pretendieran por su posición social, con lo cual quedaba perfecta al natural, sin el maquillaje que la hubiera embellecido, sin duda. Toni Misó hizo de Lope, un bufonesco borracho que por momentos parecía jugar con la posibilidad de ser el mismísimo autor de una obra que se le hubiese escapado de las manos. El resto de participantes estuvieron a la misma altura, sin nadie que desentonase. Al contrario, cada vez que les tocaba su turno, lo hacían como reivindicando una calidad proveniente de una dilatada trayectoria y un ferviente amor a las tablas.


David Boceta (el alférez Leonardo) y Eva Rufo (Ángela)

El público tuvo que hacer salir a los actores las tres veces de rigor con los aplausos que se merecen cuando una obra es muy buena. Sólo puedo decir que cuando salí del patio de butacas quería volver a verla. Y que durase su representación una temporada entera. Tenía ganas de esperarlos a la salida y besarlos uno a uno. Como todo lo que se me ocurría me pareció ridículo es por lo que me decidí a escribir este humilde tributo de palabras a quienes con su quehacer me dejaron mudo.


Don Félix Lope de Vega y Carpio
(Madrid, 1562 - 1635)
El escritor que alcanzó la excelsitud en la literatura

3 comentarios:

  1. El teatro clásico español no tiene que envidiar a ningún otro. Y Lope es, sencillamente, genial. Besos.

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  2. Excelente post el que nos acercas en este día.
    Es un placer siempre acercarse a tu espacio.

    Gracias por compartir.

    Cálido abrazo.

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  3. Hola, Andres, una magnifica entrada, felicidades. Te envio un abrazo Isthar

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