viernes, 6 de junio de 2014

Era un poeta que soñó un canto donde los versos...

 
Ismaíl Kadaré
(Gjirokastra, Albania, 1936)
Escritor, novelista y poeta
 
EL ENFRIAMIENTO
DE LA TIERRA
 
Los cielos se disponen
a hibernar estruendosos.
Los ancianos murmuran:
es invierno en la tierra,
no en el cielo.
Guárdate del invierno terrenal,
del más elemental frío suyo,
el pavoroso.
 
 
 
BALANCE ANUAL
 
Geografía económica,
Albania, cuadros estadísticos.
Tanto trigo, ovejas, tanto cromo, hierro-níquel.
¿Cuánta electricidad per cápita?
Ah, cierra el libro
y regresa al dolor de los hombres.
 
De una sola vez, una vez al año,
como probábamos la carne con motivo
de alguna boda, algún entierro,
recibíamos nuestra dosis
de electricidad
bajo la forma mortífera del rayo.
Ese estrépito breve,
esa luz cegadora;
ésa era toda la electricidad
que llegaba a nosotros desde el cielo.
 
 
 
CAMPOS INVERNALES
 
Campos sembrados
con cabezas de visires y bajaes,
condes y coroneles:
silba el viento sobre ellos.
Una hoja que vuela,
una crin de caballo
y las plumas de un ave
se mudan de repente
en símbolos, enseñas y grados.
El llano desolado invoca viejos fantasmas
(cuántas veces dictaron el invierno
aquí cuando era verano).
Pero el trigo brotará dentro de poco,
se esfumarán esos espectros por ahora,
hasta que, tras la cosecha y las primeras lluvias,
otra vez se presenten.
 
Otra vez vaguen en busca cada cual de su cabeza,
angustiados por no hallarla. ¿Dónde, dónde? ¿Cuál?
En la llanura invernal quedará flotando su congoja.
 
 
 
LOS EMBALSAMADORES LOCOS
 
Los viejos embalsamadores
de la provincia de Kun Lin
partieron para un largo viaje.
El viento es helador de camino a Pequín.
Allí, dicen, ha muerto el presidente.
 
Artesanos más diestros no se encuentran
en los tiempos modernos actuales.
Uno sabe cómo vaciar el cuerpo, el otro la cabeza,
y en jugos el tercero es un maestro.
 
Caminan y son, por fin, felices,
pues, aunque están viejos y enfermos,
el cadáver del presidente
se les ha confiado a ellos.
 
Tantos años sumidos los tres en la tristeza:
ninguna invitación llegaba de Pequín.
No quedan ya inmortales en la tierra,
exclamaban los tres entre lamentos.
 
  
Guerreros chinos de terracota
(Dinastía Qin, 210 - 209 a. C.)
(Mausoleo de Qin Shi Huang en la ciudad de Xian)
 
Así es: murió Lin Biao,
Chu En-Lai también murió,
pero ellos no fueron convocados.
El uno ceniza , el otro polvo al viento dispersado;
uno en China, el otro en suelo extraño.
 
Sin duda habremos de morir
sin embalsamar a nadie,
suspiraban al crepúsculo los viejos,
cuando una tarde llegó desde Pequín
con su grave galope el emisario.
 
Y emprendieron su largo camino
los tres ancianos locos.
A través de los inviernos, a través de los años.
Uno sabe cómo vaciar el cuerpo, el otro la cabeza,
y en jugos el tercero es un maestro.
 
 
Momia del siglo XIV hallada en la ciudad china de Jiangsu
 
EXORCISMO
 
¿Qué era ese vago resplandor como de la otra vida?
¿Por qué un fuego pareció engendrar otro fuego,
aunque helado, y dentro del gemido,
qué fue esa especie de queja?
Aéreas máscaras se proyectaban aquí y allá,
como llamas en busca de un rostro en que posarse.
¿Por qué una mujer se incorporó gritando en sueños:
me estoy quedando estéril?
¿Y qué risa era aquella
que se rasgó por dentro
y desplomó como ruina?
 
 
Monumento al caballo de Troya en la ciudad turca de Çanakkale
(çanak = cerámica, kale = fortaleza), el lugar más próximo a Ilión
 
Troya resucitaba.
Y Grecia se estremeció de angustia.
Los hombres de Estado se reunieron.
Por todas partes cundió la alarma.
El ejército estaba alerta. La policía. Los filósofos.
Las cárceles y los diplomáticos.
Todo estaba a la espera.
 
Se debatió largo tiempo qué partido tomar.
Se abrieron los archivos,
las crónicas antiguas fueron consultadas.
Hasta que al fin se halló la solución:
llamar a lo aedos
para calmar los ánimos, amputar Troya.
Separar Troya de Grecia
como se extirpa un tumor,
para salvar a Grecia.
Y así se hizo.
 
[Poemas de Kadaré, Ismaíl: Antología poética, Valencia, Pre-textos, 2014, 1ª ed., (selec. y trad. de Ramón Sánchez Lizarralde y notas de María Roces), (colección "La Cruz del Sur", nº 1278), pp. 93]
 
 
La ilustración de la cubierta es obra de
Benjamin Jean-Pierre Henri Rivière

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