domingo, 1 de febrero de 2009

El mejor poeta del idioma español es canario

El próximo jueves 5 de febrero a las 8 de la tarde será presentado en el Centro de Iniciativas de la Caja de Canarias (CICCA), un libro que los canarios no nos merecemos por el poco caso que hacemos a nuestra historia y por la dejadez con que dejamos actuar impunemente a los dirigentes nacionalistas de Tenerife que pretenden arrebatar hasta el calificativo de grandeza con que desde siempre se ha llamado a nuestra isla: Gran Canaria. Un hombre nacido en ella, en Vegueta, un hombre enamorado de su tierra y que es un estandarte del archipiélago allá por donde viaja, se ha atrevido a glosar en verso la historia de las islas en un proyecto arriesgado y en apariencia anacrónico, pero en realidad sumamente ambicioso. Si en la primera entrega dio cuenta de la conquista castellana y las leyendas aborígenes, ahora le toca el turno a la empresa de Cristóbal Colón en su paso por las islas de camino a las Indias.
Conocí en persona a Justo Jorge Padrón por primera vez en una festival de Poesía de Las Palmas de Gran Canaria, un evento que apenas costaba el 10% de lo que hoy se gasta el Ilustre Ayuntamiento de Las Palmas en un Festival de Cine que no sirve para nada, como no sea para exhibir treinta películas soporíferas y lucir palmito algunas estrellas en declive o presumir de modelito de alta costura la anterior alcaldesa Josefa Luzardo. Justo organizaba los recitales y gracias a él desfilaron por la plaza de Santa Ana y el Gabinete Literario los mejores poetas del mundo, desde José Hierro hasta Derek Walcott pasando por Seamus Heaney. El agradecimiento a estos desvelos no fue sólo la indiferencia, sino la iniquidad de la crítica envidiosa. Los denigradores actuaron igual que la zorra y las uvas. No llegaban y por eso pregonaban que estaban verdes.




















Justo Jorge Padrón a la edad de un año

Con su hija Diana

Cabalgando a los veinte años

Mi primer contacto visual con este hombre me dejó clavado en el asiento. Una tarde en una sala repleta de personas leyó un poema sobre Borges y otro que recreaba el supuesto de haberse muerto. Comprendí que estaba ante un hombre diferente y grande, no sólo de estatura, sino también de espíritu. No tardaría en ver cómo los vulgares le criticaban. A continuación reproduzco el primer poema que escuché de sus labios:

"Ahora que me he muerto a ver qué pasa.
¿A dónde iré sin sangre ni memoria?
Soy parte de esta sombra sin historia
que yace en medio de una tabla rasa.

Apenas aire turbio que se abrasa
y se extravía en la invisible noria
de aquella fugitiva vanagloria
que fue el vivir, mi vocación, mi casa.

Alguien manda borrar lo que fue mío,
mas no quiero dejar de ser mi dueño.
Me enfrento a lo que aún me desafía.

Siento mi cuerpo haciéndose vacío,
menos que soledad y polvo y sueño,
en el lento después de mi agonía."

Justo Jorge Padrón y Jorge Luis Borges en 1976




Un hombre que escribió sobre una idea alrededor de la cual tanto se ha especulado (escribir después de haber traspasado la línea de la vida) me cautivó. Una dicción tan escueta y contundente me dejó atónito. La precisión léxica que utilizaba fue para mí como si cada sintagma y cada verso se me clavaran como cuchillos. Y el colmo era que tuvo la generosidad de escribir sobre un autor que tanto venero y al que tanta basura han querido arrojar encima: Jorge Luis Borges Acevedo Laprida. Me acerqué al final del recital y tras felicitarle tuve la osadía de ofrecerle un pequeño libro mío. Me dijo que estaría encantado de leerlo cuando se lo trajera. Se lo llevé al día siguiente. Después estuve un tiempo sin verlo. Tal vez dos o tres años. Me lo volví a encontrar por casualidad en la playa de Las Canteras y me dirigí a él como un fan suyo. La memoria traza jugarretas y posiblemente fue al revés. Primero lo vi en la playa y luego en un salón de la Plaza de Cairasco. Ya no lo sé, pero no importa. De repente me encontré con que Justo me enviaba postales afectuosas desde los lugares donde se hallaba. Yo, que soy insociable por naturaleza y utilizo el teléfono sólo para pedirle cita al dentista, me quedé pasmado. ¿Por qué es tan amable conmigo? No tenía nada que darle ni ofrecerle, salvo compañía y conversaciones.
.
El caso es que a partir de ahí Justo ha tenido deferencias que nadie ha tenido conmigo. Gracias a él participé como poeta en el Festival de Poesía. Si hubiera sido otro, me habría silenciado con el olvido. Como yo no quería utilizarlo, y mira que me he encontrado gente que se dice amiga mía y sólo ha intentado manipularme, traté de hacerle ver que era difícil la amistad entre desiguales y hacerle comprender que simplemente soy alguien que le estima. De hecho, él afirma que somos amigos y yo le suelo contestar que solamente soy un admirador suyo.

Con Vargas Llosa y Carlos Barral




















Con el poeta senegalés Léopold Sédar Senghor (a la izquierda) y junto a Rafael Alberti en La Laguna



Es una persona recta y por eso tantos despotrican contra él, porque como se sabe, hay demasiada gente retorcida en el mundo. Vi que él había hecho la poesía que ambicionaba hacer yo mismo, así que abandoné los versos, aliviado del peso que me había quitado de encima. El mío es un caso de identificación total con los procedimientos de su escritura y el resultado final sobre el papel. La poesía de Justo Jorge Padrón me parece perfecta en el sentido de que no se puede hacer nada mejor con nuestro idioma. Se podrán componer poemas más surrealistas, extravagantes, caligrámáticos, hueros, gratuitos, automáticos, cotidianos, banales o romanticoides, pero no se pueden hacer con mayor sentido del equilibrio entre todos los componentes que un buen poema debe tener para alcanzar el estatus de clásico.



















Al lado de Pablo Neruda

Justo Jorge Padrón atesora además la circunstancia de haber sido el único escritor canario que ha recogido un premio Nobel de Literatura, concretamente el que le fuera concedido a Vicente Aleixandre. El poeta sevillano con hogar en la madrileña calle de Velingtonia se encontraba muy enfermo y no podía ir. Así que se lo encargó a Justo por la sencilla razón de que había sido el traductor al sueco de una antología de su obra junto al Presidente del Comité Nobel de la Academia Sueca, el gran poeta Artur Lundkvist, cuyo título es "Paradisets Skugga" ("Sombra del paraíso"). Bueno. Para qué fue eso. Desde entonces a la envidia desatada por ver a Justo en la entrega de los galardones por el rey de Suecia sólo le ha faltado poner bombas lapa en los bajos de su coche (menos mal que Justo no conduce y que yo sepa no tiene ningún vehículo).

Recogiendo el Nobel

Con Aleixandre en Velingtonia, nº 3

Saludando a sus Majestades los Reyes de España

En resumidas cuentas, los canarios tenemos a un eterno candidato al Premio Nobel de Literatura como lo fueron Borges, Proust, Tolstoi, Joyce, John Updike y el propio Vargas Llosa, escritores que se lo merecen, pero a quienes no se lo dan nunca. En la mayoría de los casos ocurre porque ya están muertos, y si tuvieran sentido de la justicia deberían considerar el otorgárselos a título póstumo. De todos modos hay siempre un rayo de esperanza. Como muchas veces se dejan guiar por criterios que más parecen políticos que otra cosa, tal vez les dé por acordarse de los escritores nacidos en territorios ultraperiféricos y no dominantes en el terreno geoeconómico. Quizá veamos un día a un premio Nobel surgido de las Islas Canarias igual que vimos a un caribeño de las Antillas Menores recibirlo en 1992. Me refiero a Derek Walcott. Por el momento ya es un orgullo y un honor saberme paisano de alguien que es el optante canario mejor situado para recibirlo en el futuro.

Con su esposa Kleo y su hija Lara en Viña del Mar (Chile)

Conmigo en el hotel Faycán de Las Palmas de Gran Canaria

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