(Metapa, 1867 - León, 1916)
Transformó el idioma importando extravíos exóticos:
nenúfares, princesas asiáticas, cisnes interrogantes.
Se emborrachó todo lo que pudo por la desesperanza
en el destino de la ínclita raza ubérrima hispana.
Escultura de Rubén Darío en Mallorca, isla que visitó en 1907 y 1913
Fue promiscuo como no puedan decirlo dueñas que lo saben,
flirteando de los simbolistas a los parnasianos, Verlaine
y Rimbaud, Apollinaire, Lautréamont y Baudelaire. Trajo
las resonancias de otras lenguas y culturas a la nuestra,
Casa natal de Rubén Darío en Metapa, hoy Ciudad Darío en su honor
enriqueciéndonos a la postre. Recorrió las embajadas,
anduvo acaparando premios y transformando en versos
todas las frases que palabreaba. Fue un raro prodigio
Basílica de la Asunción en la ciudad de León (Nicaragua) donde los restos mortales de Rubén Darío descansan
maravillado de cómo es que la carne se hace verbo
y a su vez poesía al instante. Su facilidad expresiva
escondió aleve la incurable tristeza de su trabajo.
Monumento erigido a Rubén Darío en Managua
CITAS RUBENDARIANAS
"Un buen libro es el mejor de los amigos, lo mismo hoy que siempre"
"Sin la mujer la vida es pura prosa"
"No dejes apagar el entusiasmo, virtud tan valiosa como necesaria.
Trabaja, aspira, tiende siempre hacia la altura"
"Si pequeña es la patria, uno grande la sueña"
"La ciencia de vivir es el arte de amar"
"¿Para qué querré yo la vida cuando no tenga juventud?"
Un poeta atormentado pero lleno a su vez de pasión por la vida. Creador de un mundo inmenso de crisálidas, hipsípilas y libélulas, de princesas, ninfas, faunos, estrellas y de dolores.
ResponderEliminarPreciosa entrada.
Besazos.