miércoles, 7 de abril de 2010

El poeta del amor, el desengaño y la armonía


Garcilaso de la Vega
(Toledo, 1503 - Niza, 1536)

ÉGLOGA PRIMERA
(FRAGMENTO)

Corrientes aguas, puras, cristalinas.
Árboles que os estáis mirando en ellas.
Verde prado de fresca sombra lleno.
Aves que aquí sembráis vuestras querellas.
Yedra que por los árboles camina
torciendo el paso por su verde seno.



Yo me vi tan ajeno
del grave mal que siento
que, de puro contento,
con vuestra soledad me recreaba
donde con dulce sueño reposaba
o con el pensamiento discurría
por donde no hallaba
sino memorias llenas de alegría.



¡Oh, bien caduco, vano y presuroso!
¿Dónde están ahora aquellos claros ojos
que llevaban tras sí como colgada
mi alma doquier que ellos se volvían?
¿Dónde está la blanca mano delicada
llena de vencimientos y despojos
que de mí mis sentidos le ofrecían?


Kimberly Alexis Bledel
(Houston, Texas, 1981)

Los cabellos que veían
con gran desprecio el oro
como a menor tesoro,
¿adónde están?, ¿adónde el blando pecho?
¿Dónde la columna que el dorado techo
con presunción graciosa sostenía?
Aquesto todo ahora ya se encierra
por desventura mía
en la fría, desierta y dura tierra.


Templo de Apolo Sosiano (derecha) y de Saturno (al fondo) en Roma

¿Quién me dijera, Elisa, vida mía,
cuando en aqueste valle al fresco viento
andábamos cogiendo tiernas flores,
que había de ver con largo apartamiento
venir el triste y solitario día
que diese amargo fin a mis amores?
Y lo que siento más es verme atado
a la pesada vida y enojosa,
solo, desamparado,
ciego sin lumbre en cárcel tenebrosa.



No hay bien que en mal no se convierta y mude:
la mala hierba al trigo ahoga y nace
en lugar suyo la infelice avena.
La tierra, que de buena
gana nos producía
flores con que solía
quitar en sólo verlas mil enojos,
produce ahora en cambio estos abrojos,
ya de rigor de espinas intratable.
Yo hago con mis ojos
crecer, llorando, el fruto miserable.



SONETO X

¡Oh, dulces prendas, por mí mal halladas,
dulces y alegres cuando Dios quería!
Juntas estáis en la memoria mía,
y con ellas en mi muerte conjuradas.

¿Quién me dijera, cuando en las pasadas
horas en tanto bien por vos me veía,
que me habíais de ser en algún día
con tan grave dolor representadas?

Pues en una hora junto me llevasteis
todo el bien que por términos me disteis,
llevaos junto el mal que me dejasteis.

Si no, sospecharé que me pusisteis
en tantos bienes porque deseasteis
verme morir entre memorias tristes.



COLLIGE, VIRGO, ROSAS ET CARPE DIEM

En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende el corazón y lo refrena.

Y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:

coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.

Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.


Bette Davis
(Ruth Elizabeth Davis)
(Massachusetts, 1908 - 1989, Neuilly-sur-Seine)

4 comentarios:

  1. situada exactamente en el corazon son cada una de estas palabras compuestas con un arcoiris de verdad e ilusion!! De ppasada por aqui y ya no me quiero ir.

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  2. Buena selección de Garcilaso. Poeta con vida amorosa azarosa y desdichada. Canta al dolor por la muerte de Elisa ( Isabel Freyre ), y propone como solución renacentista el "Carpe diem": disfrutemos de nuestra juventud, del momento, del ahora, del presente, ya que el paso inexorable del tiempo se lo lleva todo. Solución muy actual ¿no creen?
    Me ha gustado tu post, Andrés.
    Un saludo

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  3. Hola, la primera ëgloga que reproduces es un sereno y relajante canto al disfrute que proporciona el contacto con las cosas de la naturaleza. Bonito elogío ecologista. Lo difruté.
    Muchas gracias.

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  4. Has escogido, querido Andrés, a uno de mis favoritos. Intenso en su armonía como los grandes renacentistas. Me encanta toda su obra, su soneto del "carpe diem" quedará en los anales de la lírica para siempre. La Égloga I tiene para mí algunos de los versos más hermosos que se hayan escrito.
    Besazos.

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