La Vía Láctea: nuestra galaxia
APRENSIONES ESPACIALES
Al igual que nos ocurre en el trato con las personas, el mantenimiento de las distancias es fundamental para la supervivencia de los cuerpos celestes. Si la Tierra rondara como una novia en celo a su elegido Júpiter, atraída por un tamaño casi 318 veces mayor en masa que el de ella, el anticiclón permanente de su hemisferio sur, bautizado como “La Gran Mancha Roja”, la engulliría.
"La Gran Mancha Roja" en la superficie de Júpiter
El universo está capacitado desde su inicio para durar diez elevado a ciento seis años, al igual que nosotros estamos diseñados para vivir cuarenta sin graves trastornos físicos, y todo lo más alrededor de ciento veinticinco años, según demuestran algunos escasos récords estadísticos. Todo nació, suponemos, de una gran concentración de energía en un punto microscópico que estalló y sigue expandiéndose hasta que empiece a contraerse y apague dejando unos leves rastros de radiación y alguna partícula desorientada. Ese momento lo hemos llamado “The Big Crunch”, cuando ya no haya nada ni nadie para nombrarlo.
Recreación fotográfica del "Big Bang"
A lo largo de la Historia hemos sido como hormigas atareadas que van de un lado a otro portando papeles como quien acarrea granos de trigo para llevarlos a la oficina de la gran reina que es el jefe. Tenemos zánganos, guardias, obreros, y nos esforzamos como si nuestro hormiguero fuera el mundo entero, pero sólo es lo que percibimos cercano y ni siquiera será eterno. Podrá ser pisoteado por rivales enemigos, sufrirá inundaciones, colisiones de piedras como los meteoritos; veremos abdicar a la cabeza monárquica o ser usurpada su corona por otra testa ilustre; habrá revueltas, cambios de titularidad en los séquitos de la Corte, lo mismo que les ocurre a todas las tribus. También veremos guerras de unas especies contra otras e incluso entre miembros de la misma estirpe. Nuestra historia es muy compleja y sofisticada, pero sigue el mismo esquema simple de las hormigas.
Hormiga arriera
Hasta en ellas es importante la comunicación, que realizan con feromonas donde nosotros utilizamos fonemas para formar monemas y con ellos palabras. Un solitario día dura en Venus 243 días terrestres. El año venusino equivale a casi 224 días de estancia en la Tierra. No ha declinado la luz en Venus y ya ha concluido su movimiento traslatorio en torno al sol. Un día allí es más largo que un año, tan lenta es la rotación sobre su eje. En Urano, por el contrario, un año se prolonga durante 84 días de los nuestros, y dada su inclinación respecto a la esfera solar, es de día durante 42 años en la mitad del planeta y de noche otros 42 acto seguido, consecutivamente.
Venus
No hay fama que trascienda de la Tierra hacia ningún astro. Ni en Urano ni en Neptuno ni en ninguna parte se sabe quién es un actor de moda, un deportista o un cantante de éxito, ni hay nadie para saberlo. Si hubiera seres vivos en exoplanetas de próximas o lejanas galaxias, estarían tan lejos que tampoco se enterarían de lo que se cuece entre nosotros, o bien pudiera suceder que su forma de vida primitiva implicara que les resultara imposible saberlo. Vida mineral, vegetal o bacteriológica, por ejemplo. Pese a todo, seguimos siendo esos arrogantes y vanidosos terrícolas que se creyeron, sin apenas pruebas y desde el inicio de su evolución inteligente, el centro de la creación y el objeto de la misma. En Titán, la luna saturniana de mayor volumen, se da el único sitio del sistema solar donde es más probable que la vida ocurra. Lamentablemente, aparecería envuelta en un lodo de grumo gelatinoso y pútrido.
Titán
Su temperatura alcanza los 178 grados centígrados bajo cero. Afortunadamente, abunda en su atmósfera el nitrógeno y la presión sólo es 1’5 veces mayor que la nuestra. La corteza está permanentemente oculta bajo una niebla de color naranja que nos impide apreciar su geografía. Sabemos que padece lluvias de metano que supongo fétidas. En caso de apocalipsis terráqueo, no me extrañaría que la comunidad científica escogiera ese satélite de Saturno para que lo colonizara una élite de supervivientes humanos. Si así fuera, estaría magníficamente elegido. Es el idóneo para la humanidad, el más coherente con su devenir histórico, sobre todo por lo que apesta.
Hongo producido por la explosión de una bomba atómica
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