CICLOS RECURRENTES
La voz solista de aquel crepúsculo en la playa
que componía la banda sonora de nuestro amor
se ha apagado. Se murió, como también han muerto
aquellos años, aquel paisaje, la época, el sol
que declinaba hacia la noche de la preterición.
Un aterimiento de vejez abre paso al temor
de quedarnos solos, de que nos abandone el gozo
por la incapacidad de alcanzarlo. ¿Dónde están
aquellas manos, sonrisa, el brillo de la mirada,
el escorzo grácil del cuerpo bajo el resplandor
de aquella tarde de verano frente a la chispeante
espuma del mar y el abrasador fuego de la arena?
de quedarnos solos, de que nos abandone el gozo
por la incapacidad de alcanzarlo. ¿Dónde están
aquellas manos, sonrisa, el brillo de la mirada,
el escorzo grácil del cuerpo bajo el resplandor
de aquella tarde de verano frente a la chispeante
espuma del mar y el abrasador fuego de la arena?
Estefanía Luyk
(Madrid, 1980)
Escuchar nuevamente la misma canción al albur
de una emisora de radio sintonizada de pronto
es como una cruel burla del tiempo que ha pasado,
una inmisericorde advertencia de las inútiles
vanidades de nuestra existencia, de esos ímprobos
esfuerzos para amarnos contra todas las barreras
del desgaste, de la demolición y de los obstáculos
en la lucha por la supervivencia.
de una emisora de radio sintonizada de pronto
es como una cruel burla del tiempo que ha pasado,
una inmisericorde advertencia de las inútiles
vanidades de nuestra existencia, de esos ímprobos
esfuerzos para amarnos contra todas las barreras
del desgaste, de la demolición y de los obstáculos
en la lucha por la supervivencia.
Marie Laforet
Maitena Marie Brigitte Doumenach
(Soulac-sur-Mer, Francia, 1939)
La inolvidable intérprete de "La plage"
Vivir requiere renovarse
a través de una serie
de sucesivas destrucciones.
¿Cómo puede el deseo prolongarse
sin caer en el derribo del objeto de su pasión
que erige otro tótem en el altar de la constante
sed insatisfecha? ¡Ay, cómo duele ver acabarse
la ilusión que crecía inflamándonos el pecho,
saberse condenado a la finitud de nuestro escaso
poder de permanencia inalterable!
sin caer en el derribo del objeto de su pasión
que erige otro tótem en el altar de la constante
sed insatisfecha? ¡Ay, cómo duele ver acabarse
la ilusión que crecía inflamándonos el pecho,
saberse condenado a la finitud de nuestro escaso
poder de permanencia inalterable!
Prometemos y nos engañamos,
pretendemos lo inagotable
para amarnos contra el declive que nos entierra.
Neutralizar gametos rivales y preñar células atrayentes,
tal es el objetivo eterno de la libido: crimen y génesis.
para amarnos contra el declive que nos entierra.
Neutralizar gametos rivales y preñar células atrayentes,
tal es el objetivo eterno de la libido: crimen y génesis.
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