"Roma, ¿dónde estás? Eres como una cárcel de tan prisionero como estoy de ti. Roma, urbe antigua, también vieja realidad. No te das cuenta de mí y no sabes qué tristeza me inspiras. De repente, rompe a llover el cielo encima de la ciudad, justamente sobre ti, que hundes tu corazón en el barro, el oro y la plata: tus señas de identidad. Aparentas ser un lugar que no pudiera acoger más tañidos de campanarios. ¡Ay, que de prisa la buena vida se me va a lo largo de las orillas del Tíber engalanadas de fiesta! Un concierto de viola y mundanidad es el perfume característico de unas vacaciones en Roma. ¡Oh, tú, hermosa Roma! A las musas de tu asfalto brillante les digo: ¡Adiós, Roma, que os vaya bonito! El dinero está hecho de tal sustancia que retorna y se va. Tu parte en ese ciclo la cumples, pero no sabes la pena que me da. Eres como la actriz Greta Garbo mostrando un alto grado de narcisismo. Tú, que arrastras el corazón hundido en el fango, el oro y la plata, la sal de la tierra de tu patrimonio artístico monumental. Encarnas a una metrópoli que no pudiese albergar más clamores de campanas. ¡Ay, plácida vida que te me vas, mientras disfruto en una de las terrazas de la avenida del Corso! Roma es como una pareja formada por una viuda alegre y un camarero de café. Y el espíritu decadente de ese romance exhala el aroma de unas vacaciones romanas (que nunca se pueden olvidar)." (Canción del grupo italiano "Matia Bazar").
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