martes, 6 de enero de 2009

Un poeta en estado de gracia continua



A Luis García Montero (Granada, 1958) lo vine a leer por primera vez en 1995, cuando en una biblioteca pública de Santa Cruz de Tenerife solicité un libro suyo. Tal vez se titulaba Las Flores del frío, de eso no puedo estar seguro. De lo que sí puedo acordarme es del impacto que me produjo el que es, a mi juicio, su mejor poema: "Tienda de muebles". Lo incluí en mi vieja y congelada página web, http://humano.ya.com/andres_gd/poeticantropia.html, y se puede comprobar yendo al apartado de "Escritores predilectos", justo en el menú que aparece a la izquierda. Como quedé prendido seguí leyéndolo y comprando cuantos libros suyos me encontraba, incluido alguno de ensayos. Pero mejor que escucharme a mí es preferible oírle a él lo que tiene que decirnos. Veamos:


"Creo que el mundo de un poeta es el espacio de sinceridad moral que justifica ante sus propios ojos los versos que está escribiendo, hasta el punto de llegar a creérselos, de reconocerse en ellos. Hay poetas que se sienten afirmados en una plaza, diciendo verdades como templos con una seguridad épica; poetas que se encuentran cómodos en los márgenes y en la clandestinidad, actuando contra la institución literaria con la certeza del terrorista; poetas que pasean la linterna de su inteligencia entre las sombras esenciales y los misterios más recónditos; y poetas que tienen un concepto excesivo del pudor, y sólo se encuentran cómodos al margen de una visión heroica de la vida, si acaso con la dignidad y la cólera repentina de los tímidos, hablando en la mesa de siempre, de las cosas de siempre, con uno o dos amigos, ante los que surgen las palabras para explicar un asunto y justificar una decisión."


Pero claro, a un poeta hay que leerle en sus poemas más que en sus declaraciones de principios. Y hete aquí una poesía juvenil que demuestra cómo el arte se nutre de la mímesis como juzgaba Aristóteles. Se trata de un pastiche que toma como modelo las coplas manriqueñas:

COPLAS A LA MUERTE DE SU COLEGA


"Recuerda si se te olvida
que este mundo es poca cosa,
casi nada,
que venimos a la vida
con la sombra de una losa
no pagada.

Los días, como conejos,
nos llevan en ventolera
al infierno,
su curso nos hace viejos
trocando la primavera
en invierno.

(...)

Nuestras vidas son los sobres
que nos dan por trabajar
que es el morir;
allí van todos los pobres
para dejarse explotar y plusvalir;
allí los grandes caudales
nos engañan con halagos,
y los chicos,
que explotando son iguales:
las suspensiones de pagos
y los ricos.

Mas porque pase la vida
sin que podamos sacarla
de este pozo,
no la demos por perdida,
que es posible rescatarla
con el gozo.

(...)

¿Qué se hizo Marilyn?
¿Aquellos Beatles de antaño,
qué se hicieron?
¿Qué fue de tanto sinfín
de galanes que en un año
nos vendieron?

Y los tunos, los toreros,
las cantantes de revista
en el olvido;
las folklóricas primero,
el marqués y la corista,
¿dónde han ido?

¿Dónde están los generales,
sus medallas y su espada
sin conciencia,
sino esperando
a que les sea dictada
la sentencia?"

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