Miguel Bernardo Bianquetti (Ceuta, 1951), conocido por Migueli, tomó el volante de un 600 el día que el FC Barcelona le comunicó su interés por ficharle. Se pasó todo un día en la carretera para llegar desde Cádiz a la Ciudad Condal, pero la ocasión lo merecía. Con el tiempo se llegaría a convertir en el jugador que más veces ha defendido la camiseta azul y roja en competición oficial: 649 ocasiones. Estuvo 15 temporadas en el Barça, desde 1973 hasta 1989, un récord difícil de superar hasta para los porteros que suelen gozar de mayor longevidad futbolística. Le apodaron Tarzán por su inmensa capacidad atlética. Era rápido y preciso en el corte, heroico en jugarse el físico e inconmensurable en el esfuerzo. Jugó con vendajes, lesiones, heridas, sangrando, extenuado: lo dio todo en el campo por el Barça y por eso el barcelonismo le idolatra y lo recuerda. Todavía me parece verlo lanzándose en plancha para despejar de cabeza a riesgo de partirse la cara entre las botas de los delanteros rivales. Logró dos ligas españolas, dos recopas europeas, dos copas del rey, 1 supercopa y dos copas de la liga con el Barça, llegando a defender la camiseta roja de la selección absoluta en 32 partidos. Parecía incombustible e inagotable. Su retirada demostró que nada humano es eterno y que nosotros, que tanto lo admiramos, también dejamos de ser los mismos. Pero una cosa sí permanece inalterable y es el afecto y la gratitud que por él sentimos porque dio todo lo que tenía, y era mucho, por el Fútbol Club Barcelona. Ha sido el mejor defensa central en la historia del Barça y mira que ha tenido centrales magníficos.
Fila superior: Artola, De la Cruz, Neeskens, Rifé, Zuviría, Costas, Migueli.
Fila inferior: Rexach, Sánchez, Hansi Krankl, Asensi y el "Lobo" Carrasco.
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