Era extremadamente delgado. Parecía salido de un campo de concentración nazi o de un gulag soviético. Esto, que podía ser un hándicap, él lo supo convertir en ventaja, como hacen todos los genios. Corporalmente era muy parecido a Cruyff y en cuanto a técnica demostró de inmediato que no tendríamos por qué añorarlo tanto. Atravesó una racha en el F.C. Barcelona (haciendo tándem con Bernd Schuster y con Enrique Castro Quini) en la que cada fin de semana goleábamos. Daba igual el equipo que se pudiera por delante. Los resultados habituales eran 5-1, 4-0 y 6-0, tanto dentro como fuera de casa.
Yo lo vi por la banda izquierda hacer todo tipo de diabluras, autopases, permutaciones, paredes y regates rocambolescos. Era rápido como una centella. Merecía que le hubiéramos apodado "Estela plateada", o lo que es lo mismo, "Silver surfer". Las malditas leyes federativas no permitieron que continuara en el Barça cuando llegó el inconmensurable Diego Armando Maradona. Sencillamente, no se podían alinear tres extranjeros. Los rivales tenían miedo a una superioridad deportiva del Barça avasalladora. Eso impidió que viéramos fútbol de otra galaxia, pero menos mal que Maradona se bastaba él solo para jugar como si fuera un ovni.
Allan Simonsen siempre será recordado por lo que fue: el mejor jugador de Europa y del mundo a finales de los años setenta. De hecho, obtuvo el "Balón de Oro" en 1977. Llegó al Camp Nou con la imposible papeleta de sustituir a Johan Neeskens, un jugador que era todo pundonor en el campo. Y logró que le perdonáramos ocupar el hueco que el holandés infatigable había dejado. Yo, que tengo sangre azul y roja recorriéndome las venas, lo llevo omnipresente en la memoria cuando pienso en lo que debe ser un extremo izquierdo, porque nunca ha habido otro con la movilidad y capacidad de penetración suya. En la historia del fútbol el George Best de la mejor época quizá parezca estar por encima, cuando en realidad son dos jugadores muy diferentes. Best era mejor en el uno contra uno, su dribling era un chispazo de potencia. Simonsen era superior en el tres, cuatro y cinco contra uno, porque lo regateaba todo, yéndose por velocidad como si el cuerpo no le pesara en absoluto. Tal es así que a veces daba la impresión de ser más rápido que su propia sombra y más veloz que los ojos de los espectadores. Era un deleite contemplarlo.
Una grave lesión provocada por la dura entrada de un futbolista francés le retiró de los campos de juego, con lo que el deporte rey perdió a uno de los artistas que más han hecho soñar despiertos a quienes le observaban conduciendo el cuero con sus botas. Con él Shakespeare se hubiera visto obligado a escribir que algo huele a balsámico en Dinamarca para coronar su Hamlet.
Allan Rodenkam Simonsen (Vejle, 1952)
andres me tienes asonbrado con la historia del barcelona,si esto lo visualizan socios del barca y lo leen te invitan al palco de autoridades.
ResponderEliminaruna pregunta;
puedes escribir algo sobre;
RONALD KOEMAN "TINTIN"
Ya tengo hecho el borrador sobre Ronald Koeman. Pronto lo colgaré en el blog, pero aún no sé cuándo podré hacerlo. Quería meter antes a Hristo Stoichkov, pero me cuesta hablar de él porque parece que no tuviera palabras para describir lo grande que fue.
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