viernes, 2 de enero de 2009

Una obra maestra absoluta


Hay libros que se deberían vender en joyerías como Tiffany´s, no en cualquier sitio. Éste es uno de ellos, y no andamos tan sobrados como para desperdiciarlos. Es perfecto en fondo y forma. Básicamente versa sobre las peripecias de Fernando de Magallanes por toda la costa atlántica de Sudamérica hasta el Cono Sur. En palabras del traductor de Stefan Zweig, José Fernández, contiene "el viaje marítimo tal vez más temible y lleno de privaciones que registra la eterna crónica del dolor humano y de la humana capacidad de sufrimiento que llamamos historia".
El topónimo paradójico de un lugar tan frío como el de la punta de Chile y Argentina fue bautizado así porque "debía de haber hombres escondidos por allí, pues de noche se veían unas llamas en las tinieblas, por lo que Magallanes dio el nombre de Tierra del Fuego a la que acababan de descubrir". Esas llamas indicaban la existencia de tribus que vivían atrasadas en la prehistoria, pues se supone que mantenían vivas las hogueras por ignorar la técnica de encender el fuego.
Estamos frente a un relato apasionante lleno de ambición, traiciones, desvelos, peligros, tensión, amenazas, sedición, resistencia, extravíos, tenacidad, calamidades, injusticia, muerte, inutilidad y olvido. "Todo lo que, a punto de regresar, fue su anhelo, se lo negó la suerte. (...) Magallanes había precisado el sitio de su entierro en la catedral de Sevilla, y el cadáver se corrompió en una playa remota. Treinta misas dispuso que fueran rezadas sobre su tumba, y en vez de esto, se oyeron los aullidos triunfales de la horda de Silapulapu alrededor de su cuerpo mutilado de forma ignominiosa. (...) Nadie heredaría de Magallanes porque nadie de su sangre vivía ya para exigir la herencia. (...) He aquí que lo que él empezó como gesta heroica acabó en mísero mercado. (...) El estrecho que él había inaugurado no reportaba dinero ni ganancia alguna". En efecto, era tal el peligro del estrecho descubierto por Magallanes que los barcos prefirieron transportar sus mercancías por medio de caravanas en el istmo de Panamá. Lo increíble es que el portugués inmortal lo cruzara con una nave deteriorada, abandonado por los barcos que le acompañaban, y en unas condiciones meteorológicas infernales. Si el sufrimiento pudiera medirse, creo que Magallanes fue más grande que James Cook, Cristóbal Colón y Vasco de Gama juntos.

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